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miércoles, 23 de abril de 2014

El mundo ¿es bueno o malo?


La Constitución Pastoral Gaudium et Spes plantea la relación entre la Iglesia y el mundo en base al mutuo dialogo. ¿Qué es el mundo? Es la pregunta que nos debe preocupar en un primer momento.

Porque esta palabra puede tener varios significados muy distintos. Podemos decir lo mismo que San Agustín del tiempo: “Si no me lo preguntan lo sé pero si me lo preguntan no lo sé”.

¿Que diría Jesús?

Por esto la pregunta del título no es una pavada. Y, para darle mayor entidad al cuestionamiento, recordemos que Jesús, entre otras cosas, dijo al Padre en la Última Cena:

“Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste… pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno” (Cfr Jn 17,6-16).

Es más, con respecto al mundo ha sido tajante:

“Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo“. (Jn 16,33)

Así que deberemos aclarar mucho este término para no entablar un dialogo con algo que ha sido vencido por Jesús a precio de sangre.

Tres significados posibles y distintos del término mundo

Hay una catequesis de Cuaresma del Papa Pablo VI que nos puede venir en gran ayuda. Es del 23 de febrero de 1977. La pueden leer completa, en italiano, en esta dirección. Allí distingue tres significados posibles para la palabra mundo.

1. El mundo como “cosmos”: se refiere a la creación en general, la cual es una obra de Dios. Este significado es magnífico, de una gran importancia para la admiración, el estudio, la conquista del hombre.

Nos encontramos así con algo bello que tiene sus leyes propias, dadas por el Señor al crearlo, y que el hombre debe comprender y respetar.

2. El mundo como “humanidad”, caída por el pecado pero redimida. Aquí se presta atención al género humano en su totalidad, tan amado por Dios que Él mismo se ocupa de su salvación (Jn 3, 16: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”) y de su elevación a un nivel de inefable asociación del hombre a la vida de Dios (2 Pe 1,4: “Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sus trayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de la concupiscencia”).

3. El mundo como “enemigo”. En el Nuevo Testamento y en la literatura ascética cristiana, a menudo la palabra mundo adquiere un significado siniestro al referirse al dominio del Diablo en la tierra y en los mismos hombres dominados, tentados y arruinados por el Espíritu del mal, llamado el “Príncipe de este mundo” (Jn 14,30, 16,11, Ef 6,12: “Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio”).

El mundo en este sentido peyorativo, todavía significa la humanidad, o más bien esa parte de la humanidad que rechaza la luz de Cristo, que vive en el pecado (Rom 5, 12-13: “Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de al Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta

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