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lunes, 15 de diciembre de 2025

EL PAN DE LA PALABRA

 


Martes, 16 de diciembre de 2025. Mt 21,28-32

"...PERO DESPUÉS SE ARREPINTIÓ Y FUE"

 

Dirigiéndose a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, Jesús les dijo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él le contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo: Él contestó: Voy, señor. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: El primero. Jesús les dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis". Jesús dirige su pregunta: ¿Qué os parece? a sus interlocutores o adversarios. Con esta pregunta Jesús introduce la parábola de los dos hijos. En ella aparece un padre que pide a sus dos hijos que vayan a trabajar a su viña. El primero responde bruscamente: No quiero, pero no se olvida de la llamada del padre y termina trabajando en la viña. El segundo reacciona con una pronta disponibilidad, pero todo se queda en palabras. De hecho, no fue a trabajar a la viña. ¿Cuál es el mensaje de la parábola? Ante Dios, lo importante no es 'hablar', sino 'hacer'. Para Dios lo decisivo son los hechos y la vida cotidiana. Es sorprendente la aplicación de Jesús. Son unas palabras muy duras que reflejan la libertad de Jesús ante los dirigentes religiosos: 'Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de los cielos'. Los escribas hablan con frecuencia de la ley: el nombre de Dios está muy presente en sus labios. Por su parte, los sacerdotes alaban a Dios; su boca está llena de salmos. A juzgar por lo que aparece, están cumpliendo la voluntad del Padre. Pero las cosas no son siempre como parecen. Señor Jesús, que tengamos un corazón limpio y sin doblez, para que con nuestras obras cumplamos la voluntad del Padre. 

 

Miércoles, 17 de diciembre de 2025. Mt 1,1-17

GENEALOGÍA DE JESUCRISTO

 

Al final de la tercera semana de Adviento, en el Evangelio de hoy (Mt 1,1-17) aparece recogida la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Para mostrarnos el origen de Jesús, el evangelista utiliza un recurso muy conocido en la antigüedad: la genealogía. Las genealogías servían para conocer los antepasados de una persona. Esto era muy importante en la cultura mediterránea del siglo primero. En aquel entonces el individuo se entendía a sí mismo y era visto por los demás como parte de un grupo, especialmente del grupo de parentesco al que pertenecía. El evangelista, mediante la genealogía, nos da a conocer la ascendencia de Jesús, que se remonta nada menos que a David y a Abrahán. La estructura de la genealogía según san Mateo es sencilla: tres grupos de catorce generaciones, enmarcados por un título y una conclusión. Con la división en tres grupos de catorce generaciones, el evangelista señala las grandes etapas de la historia de la salvación: Abrahán, David, la cautividad de Babilonia, y finalmente Jesús que inaugura la etapa definitiva. En esta lista de los antepasados de Jesús llama la atención la presencia de cuatro mujeres: Tamar, Rajab, Rut, y la mujer de Urías, cuatro extranjeras a través de las cuales la línea de las promesas divinas continúa de forma sorprendente. El evangelista desea mostrar a su comunidad que los paganos tienen un lugar en los planes de Dios. También quiere mostrar que el misterioso nacimiento de Jesús a través de María tiene su lógica en la historia de salvación. Es Dios, y no los hombres, quien mueve los hilos de esta historia, y lo hace de forma sorprendente.

 

Jueves, 18 de diciembre de 2025. Mt 1, 18-24

"LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS"

 

El profeta Isaías (7,10-14) anuncia que una virgen dará a luz un hijo. La mujer de la profecía es María, tal como nos relata el Evangelio de hoy (Mt 1.18-24). Además, el relato de hoy nos habla de José, el esposo de María. "Antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados...Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer". El camino de José, como el nuestro era itinerario de fe. Olvidándose de sí mismo, acertaría en la solución práctica. A nosotros nos parece que la luz del Señor llega siempre demasiado tarde, después de habernos hecho pasar malos ratos y callejones oscuros. En realidad, la luz está siempre presente, pero necesita purificar nuestra vista. Con las palabras del ángel se le disiparon las dudas a José. E hizo lo que le mandó el ángel del Señor. Por otro lado, el evangelista Mateo tiene mucho interés en explicar a sus lectores desde el comienzo el significado profundo del nombre de quien va a ser el protagonista de su relato. El nombre de ese niño, que todavía no ha nacido es "Jesús", que significa "Dios salva". Se llamará así porque "salvará a su pueblo de los pecados". Él es nuestro único Salvador. En la segunda lectura (Rom 1,1-7), el Apóstol nos dice que, por Cristo, nacido de mujer y de la estirpe de David, hemos recibido el don de la fe y de la misión.

 

Viernes, 19 de diciembre de 2025. Lc 1, 5-25

"...Y LE PONDRÁS POR NOMBRE JUAN"

 

El relato evangélico de hoy nos recuerda el anuncio del nacimiento de Juan Bautista. Zacarías, su padre, e Isabel, su madre, aparecen como justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Un buen día, Zacarías recibe en el templo el anuncio del nacimiento de su hijo. Se le apareció el ángel del Señor y le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento...Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías...Preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto...". El arcángel Gabriel describe la misión de Juan que viene a preparar el camino del Señor Jesús. Dos son los rasgos que el texto bíblico pone de relieve. Juan se llenará de Espíritu Santo. Aquí, como en otros textos del evangelio de la infancia, el Espíritu Santo es el espíritu de profecía. Juan está llamado a ser el último profeta del Antiguo Testamento. El segundo rasgo que se nos dice de Juan es el de encarnar al profeta Elías, que la tradición de Israel esperaba al final de los tiempos como precursor del Mesías. Ambos rasgos nos indican que estamos entrando en el tiempo de la salvación definitiva de la humanidad. La buena noticia se acerca a los hombres por medio de Juan que preparará al pueblo de Israel para la venida del Señor. El 'pueblo bien dispuesto' es, en efecto, una referencia al pueblo que debe acoger al Mesías. Con estos rasgos resalta el evangelista el sentido mesiánico de la misión de Juan. Después de veinte siglos, nosotros sabemos cómo todo esto que el ángel del Señor anunció a Zacarías se cumplió totalmente. Días después concibió Isabel; dio a luz a su hijo; se le puso por nombre Juan y éste cumplió con fidelidad su misión concreta en la historia de la salvación. Como el Bautista todos estamos llamados, de algún modo, a preparar a la gente a recibir en el corazón al Mesías. 

 

Sábado, 20 de diciembre de 2025. Lc 1,26-38

"...Y LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS"

 

En el Evangelio de hoy (Lc 1,26-38) se relata la anunciación a María. Con gran maestría san Lucas recreó una escena evocando el mensaje que María escuchó en lo íntimo de su corazón para acoger el nacimiento de su Hijo Jesús. En el saludo del ángel Gabriel a María, se retoma y actualiza la profecía de Sofonías (3,14-17) que suena así: 'Alégrate, hija de Sión, grita de gozo Israel...El Señor, tu Dios está en medio de ti". Alégrate, llena de gracia. Este saludo a María nos muestra la conexión entre la alegría y la gracia. Ambas realidades van juntas. El contenido de la promesa consiste en que María dará a luz a un niño, a quien el ángel atribuye los títulos 'Hijo del Altísimo' e 'Hijo de Dios'. Se promete además que Dios, el Señor, le dará el trono de David, su Padre. Reinará por siempre en la casa de Jacob y su reino no tendrá fin. Se añade después unas promesas relacionadas con el modo de concepción. "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. El niño que va a nacer se llamará 'Jesús', que significa 'Dios salva'. La salvación que trae el niño prometido se manifiesta en la instauración definitiva del reino de David. Su reino no tendrá fin, dice Gabriel a María. Ante la propuesta de que es objeto, María quedó en principio turbada y pensativa. María reflexiona (dialoga consigo misma) sobre lo que podía significar el saludo del mensajero de Dios. Ella trata de comprender. A continuación, María plantea esta breve e incisiva pregunta: "¿Cómo será eso, pues no conozco varón?". María no ve posible de ningún modo convertirse en madre del Mesías mediante una relación conyugal. El ángel le confirma que ella no será madre de modo normal después de ser recibida en casa por José, sino mediante 'la sombra del poder del Altísimo', mediante la llegada del Espíritu Santo, y afirma con aplomo: 'Para Dios nada hay imposible'. Después de esto, sigue la tercera reacción, la respuesta esencial de María: su simple 'sí'. Se declara sierva del Señor: "Hágase en mí según tu palabra". María se convierte en madre por su 'sí'. Se trata de contemplar en silencio todo el relato de la anunciación a María y así adentrarnos en el gran misterio de la encarnación del Verbo en el seno de la Virgen.

 

Domingo, 21 de diciembre de 2025. Mt 1, 18-24

"JOSÉ, NO TEMAS ACOGER A MARÍA, TU MUJER".

 

Hoy es domingo, el día del Señor. Hoy celebramos el cuarto domingo de Adviento. Estamos casi ya a las puertas de la celebración de la Navidad. Así nos lo confirma la Palabra de Dios. En la primera lectura (Is 7,10-14) vemos cómo el rey Ajaz, más político que religioso, buscaba alianzas humanas contra las amenazas de otros reyes. El profeta, sin embargo, le promete la ayuda de Dios y le ofrece una señal entrañable: "Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel que significa: Dios con nosotros". Esto quiere decir que Dios no se olvida de nosotros. Al contrario, se queda con nosotros. En el Evangelio (Mt 1,18-24) se recoge el anuncio del ángel a san José. Es un anuncio que se produce después que su prometida María había quedado embarazada  por obra del Espíritu Santo. Ante las dudas y reparos de José, el ángel le muestra el misterio, le dice que llevara a María a su casa. José se mostró disponible para acoger a Jesús y fue fiel a la vocación  recibida. La tarea que Dios le encomendó fue darle nombre a su Hijo, ejercer de padre y proporcionarle seguridad. En la segunda lectura (Rom 1,1-7) se recoge el saludo de Pablo a la Iglesia de Roma. Se dice a sí mismo siervo de Cristo y apóstol del Evangelio. Se define por su relación con Cristo: de Cristo y para Cristo. Depende de Cristo y vive solo para la misión, que él considera un don: anunciar el Evangelio de Dios, que se centra en Jesucristo., que es la buena noticia de que Dios nos ama y nos salva. Es hijo de David según la carne y es Hijo de Dios, lleno del Espíritu Santo. Jesucristo murió por nosotros, pero resucitó para nosotros, vencedor de toda muerte. Él no descansará hasta llevar este evangelio a todos los pueblos. Señor Jesús, ayúdanos a prepararnos para recibirte con un corazón limpio y generoso en Navidad. 

 

Lunes, 22 de diciembre del 2025. Lc 1,46-56

EL CÁNTICO DEL 'MAGNIFICAT'

 

En el Evangelio de hoy se recoge el cántico del 'Magníficat' (Lc.1,46-56). Es un cántico muy conocido. Al atardecer de todos los días, en las comunidades eclesiales se recita este cántico. Es la respuesta de María al saludo de Isabel. Es como un Salmo de acción de gracias compuesto de citas y alusiones al Antiguo Testamento, en especial del canto de Ana, la madre de Samuel (1Sm. 2,1-10). El 'Magníficat' consta de dos partes. En la primera se recogen unas palabras de acción de gracias de la Virgen. A pesar de la humildad y pobreza de su vida, María reconoce agradecida que Dios haya puesto su mirada en ella y por eso será dichosa. Una vez más, reconocemos que, en la historia de la salvación, Dios se sirve de las personas sencillas y humildes para hacer presente día a día su acción salvadora. En la segunda parte, se expresa, por boca de María, la acción de gracias del pueblo de Israel. Todas las promesas dadas a Abrahán y sus descendientes se cumplen ahora ya en este Niño que la Virgen lleva en su seno. San Lucas, con toda claridad, nos muestra además en el Magníficat cómo Dios se apiada de los pobres, de los más necesitados. En efecto, Él "dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos". Santa María es la mujer verdaderamente humilde que acoge como un don la misericordia de Dios. Ella es una manifestación de la misericordia de Dios en la casa de su pariente Isabel. Cumplida allí su tarea, se vuelve a su casa donde continuará su misión como madre de la misericordia. Como creyentes, hemos de responder con generosidad a las exigencias del 'Magníficat'. Dar gracias a Dios por los beneficios que nos concede día a día. Ser una manifestación de la misericordia divina de un modo especial con los que más nos necesitan. De este modo proclamaremos con sentido el mensaje del cántico del Magníficat. 

 

Martes, 23 de diciembre de 2025. Lc 1, 57-66

"JUAN ES SU NOMBRE"

 

"A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: ¡No! Se va a llamar Juan. Le replicaron: Ninguno de tus parientes se llama así. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea, Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: ¿Qué va ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él". Las promesas de Dios a Zacarías se realizan en un clima de mucha alegría: Isabel da a luz a un hijo. El origen del nombre del niño indica el carácter excepcional de Juan y su misión en los nuevos tiempos que se inician. Como entonces era costumbre, los vecinos y parientes dan por hecho que el niño se llamaría Zacarías, como su padre. El mismo acuerdo entre la madre y el padre en un nombre que no era familiar aparece como algo extraordinario. De ahí que, al recuperar Zacarías el habla, todos los vecinos se interroguen sobre el futuro de Juan Bautista. Después de veinte siglos, nosotros sabemos cómo transcurrió la vida de aquel niño que acaba de nacer. Cumplió a perfección su misión de precursor del Mesías. Juan Bautista, en el momento oportuno, se presenta a orillas del río Jordán como último de los profetas y el mayor de todos ellos. La mano de Dios estuvo sobre él. Se entregó del todo a la misión de preparar un pueblo bien dispuesto para recibir al Mesías. Por fidelidad a la verdad, es decapitado en la cárcel por orden de Herodes. Es mártir de la verdad. 

 

Miércoles, 24 de diciembre de 2025. Lc 1, 67-79

CÁNTICO DEL 'BENEDICTUS'

 

En el Evangelio que se proclama en la Eucaristía de hoy por la mañana (Lc.1,68-79) se recoge el cántico del 'Benedictus', que se proclama por las mañanas en la oración de Laudes. Al estilo de la Virgen María, Zacarías, padre Juan, lleno del Espíritu Santo, recita un cántico, llamado tradicionalmente 'Benedictus, cuyo tema es la acción de gracias por la salvación que se apunta en la historia de los hombres, y en el que se alude a la misión específica de Juan como profeta y heraldo de Jesús. Comienza el cántico con la buena noticia de que Dios ha visitado a su pueblo, para salvarlo. Se trata en concreto del envío del Mesías cuyo precursor es Juan Bautista. Tal visita de salvación representa el cumplimiento de las promesas hechas a David, a los patriarcas de Israel, por boca de los santos profetas. La descripción del Mesías es original; se le llama 'el sol que nace de lo alto'. Con la metáfora del Sol naciente se refiere el cántico a Jesús, luz del mundo, fruto y revelación de la entrañable misericordia de Dios, que traerá a la humanidad el don mesiánico por excelencia que es la paz. También se describe la misión del Mesías. Dos verbos nos la describen como iluminación y dirección de nuestros pasos. De este modo Jesús, con su vida, muerte y resurrección, es la revelación definitiva de Dios que traza la senda por donde debemos caminar los que hemos asumido su evangelio como rasgo distintivo de nuestra vida. Hoy a medianoche celebraremos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Es el Hijo de Dios que nace en la ciudad de David. ¡Feliz Nochebuena! para todos.

 

Jueves, 25 de diciembre de 2025. Lc 2, 1-14

"Y LA PALABRA SE HIZO CARNE..."

 

Hoy celebramos la solemnidad de la Natividad del Señor. En la Eucaristía de este día, la Palabra de Dios nos habla del misterio de la Navidad. El profeta Isaías (Is 52,7-10) anuncia a la ciudad de Jerusalén en ruinas la presencia del rey victorioso y los confines de la tierra romperán alegremente a cantar. Como nos recuerda el salmista (Sal 97), los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. En esta solemnidad se proclama como Evangelio el comienzo del evangelio según san Juan (Jn.1,1-18). En él se nos dice: "En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios...Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: Este es de quien dije: El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo...". El papa emérito Benedicto XVI comenta este pasaje de este modo: "El Logos indica originariamente el Verbo eterno, es decir, el Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial a él: la Palabra estaba junto a Dios, la Palabra era Dios. Pero esta misma Palabra, afirma san Juan, se hizo carne; Por tanto, Jesucristo, nacido de María Virgen, es realmente el Verbo de Dios que se hizo consustancial a nosotros" (VD.n.7). La condescendencia de Dios llega a su culmen con la encarnación del Verbo. La Palabra eterna, que se expresa en la creación y se comunica en la historia de la salvación, en Cristo se ha convertido en un hombre 'nacido de mujer' (Gál 4,4). Más todavía, "la Palabra eterna se ha hecho pequeña, tan pequeña como estar en un pesebre. Se ha hecho niño para que la Palabra esté a nuestro alcance. Ahora la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro que podemos ver: Jesús de Nazaret" (VG.n.12). El Dios que habló antiguamente por los profetas, ahora nos habla por su Hijo (Hb.1,1-6). A nosotros, como discípulos del Verbo que se hizo carne, nos corresponde escuchar atentamente su Palabra. ¡Feliz Navidad!

 

Viernes, 26 de diciembre de 2025. Mt 10, 17-22

"EL QUE PERSEVERE HASTA EL FINAL SE SALVARÁ"

 

Dirigiéndose a sus discípulos, Jesús les dijo: "No os fiéis de la gente, porque os entregarán en las sinagogas, os harán comparecer ante gobernantes y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará". Jesús no manda a sus discípulos huir de los hombres, sino que se guarden de toda ilusión en el encuentro con los hombres. No hay que olvidar que el Maestro fue rechazado también por sus contemporáneos. Los maltratos que puedan sufrir los cristianos serán ocasión para dar testimonio de Cristo y del reino. Los fieles siempre contarán con las palabras adecuadas cuando tengan que comparecer ante tribunales por causa de Jesús. El Espíritu del Padre hablará por los discípulos que son interpelados. El que persevere hasta el final se salvará. Las palabras del Evangelio de hoy se cumplen en san Esteban cuya fiesta estamos celebrando. Él fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, y también el primero de los discípulos de Jesús que sufrió el martirio, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que veía al Señor sentado en la gloria del Padre. Esteban, inspirado por el Espíritu Santo, manifestó abiertamente la fe en el Señor resucitado ante sus perseguidores. Como el Maestro, Esteban muere perdonando a sus verdugos. Estos son los auténticos mártires.

 

Sábado, 27 de diciembre de 2025. Jn 20, 1a.2-8

"VIO Y CREYÓ"

 

Dentro de la octava de Navidad, celebramos hoy la fiesta de San Juan Evangelista. En el relato evangélico se nos habla de María Magdalena que, después de ver vacío el sepulcro donde había sido enterrado Jesús, se echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el discípulo a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó". La fe en Jesús, resucitado del sepulcro por el Padre, no brotó de manera natural y espontánea en el corazón de los discípulos. Como vemos en el relato de hoy, antes de encontrarse con el Resucitado, lleno de vida, los evangelistas hablan de su desconcierto, su búsqueda en torno al sepulcro, sus interrogantes e incertidumbres. El texto de hoy muestra un hecho importante. Los primeros en reconocer al Resucitado son los discípulos que se han distinguido por su amor a Jesús. Así María de Magdala que busca al Crucificado en medio de tinieblas, cuando aún estaba oscuro. Lo busca en el sepulcro. Todavía no sabe que la muerte ha sido vencida. Luego es encontrada por el Resucitado. También el discípulo el discípulo a quien tanto quería Jesús. Este, al entrar dentro del sepulcro, 'vio y creyó'. En la aparición en el lago, exclama el primero: :'Es el Señor'. Avivemos nuestra fe en el Resucitado. Creer en el Resucitado es resistirnos a aceptar que nuestra vida es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. El Resucitado es el fundamento de nuestra esperanza. 

 

Domingo, 28 de diciembre de 2025. Mt 2, 13-18. 19-23

FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES

 

Dentro de la Octava de Navidad celebramos hoy la fiesta de los Santos Inocentes. Según nos cuenta el Evangelio de hoy (Mt.2,13-18), los magos burlaron los planes del rey Herodes, volviendo a su país por otro camino. Mientras tanto, José, avisado en sueños por el ángel, lleva a María con el niño a Egipto. De este modo el Niño Jesús se salva de la muerte a la que le había condenado Herodes. Este, al verse burlado por los magos, "montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven". La Iglesia venera a los Santos Inocentes como los primeros mártires que tuvieron que derramar su sangre a causa de Cristo. Sostiene San Agustín que con razón pueden considerarse como las primicias de los mártires los que, como tiernos brotes, se helaron al primer soplo de la 'persecución, ya que perdieron su vida no sólo por Cristo, sino en lugar de Cristo (Sermón 220: PL 39,2152). En Ain Karim, a unos seis kilómetros al Oeste de Jerusalén, dominando desde la altura se alza la basílica de la Visitación. En la parte superior se hace memoria de la visitación de María a su prima Isabel. En la inferior se encuentra una minúscula gruta que recuerda a los niños inocentes asesinados por mandato de Herodes. Su celebración litúrgica estuvo unida en el siglo IV con la fiesta del nacimiento de Cristo. En Occidente en el siglo V se asocia también a la de la Epifanía del Señor. Parece que fue en ese siglo cuando se instituyó una conmemoración propia de los Santos Inocentes. En Roma y África se fijó como fecha de tal celebración el 28 de diciembre y la liturgia mozárabe el día seis de enero.

 

Lunes, 29 de diciembre de 2025. Lc 2, 22-35

"...PORQUE MIS OJOS HAN VISTA A TU SALVADOR"

 

El Evangelio de hoy (Lc.2,22-35) nos recuerda la presentación del Niño Jesús en el templo. Para cumplir la ley del Señor, los padres de Jesús le llevaron a Jerusalén...Al entrar en el templo con el Niño, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: Mira, este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma". Ofrecer a Jesús en el templo tenía sentido sacrificial. La ley de los primogénitos mandaba ofrecer a Dios el primer hijo varón (cfr.Ex.13,2.12-13). Los padres de Jesús cumplen con esta ley. Del anciano Simeón se nos dice que esperaba el consuelo de Israel. Tanto él como Ana (Lc.2,38) representan a los fieles judíos que esperaban la restauración del reinado de Dios sobre Israel. El nacimiento de Jesús colma estas esperanzas, pero les abre a nuevas perspectivas más universales. Las palabras de Simeón, inspiradas por el Espíritu son el último cántico insertado en el evangelio de la infancia de san Lucas. Jesús es el Mesías a quien Dios ha enviado a salvar no sólo a su pueblo sino a todos los hombres. Aparece el universalismo de la salvación de Dios. En las palabras de Simeón a María, Jesús aparece ante las personas de su tiempo como un signo que no se impone, sino que se acoge libremente por la fe. De hecho, una parte importante de Israel lo rechazó. De ahí la amenaza que gravita sobre María, cuyo corazón quedará desgarrado al pie de la cruz. Nosotros, cristianos del siglo XXI, hemos visto con los ojos de la fe a nuestro Salvador. Acojamos la salvación que Él nos ofrece y dejémonos guiar por su luz que alumbra a todas las naciones. 

 

Martes, 30 de diciembre de 2025. Lc 2, 36-40

LA PROFETISA, ANA

 

En aquel tiempo, "había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él". Ana, que significa gracia, es la figura femenina correspondiente a Simeón. El evangelista nos dice que era profetisa, sin determinar más. Se había casado joven, pero enviudó pronto. Encarna la figura de los pobres de Yahvé, que esperaban en la oración y la pobreza la llegada de la salvación definitiva. Ahora puede proclamar que la liberación del pueblo de Dios, representado por la ciudad santa de Jerusalén, empieza a realizarse. Ana, junto con Simeón, son los primeros evangelizadores. Estamos todavía dentro del ciclo de Navidad. Todos estamos llamados a extender y comunicar a los demás la salvación que nos trae el Niño que ha nacido en Belén. Inspirándonos en el cántico del Benedictus, exclamamos llenos de alegría: ¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, por tu obra de salvación!

 

Miércoles, 31 de diciembre de 2022. Jn 1, 1-18

"Y ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS"

 

En este último día del año civil, se proclama el prólogo del cuarto Evangelio (Jn.1,1-18). Es como un himno que nos ayuda a ahondar en el misterio del Señor Jesús. Fijémonos en algunas de sus expresiones. "La Palabra se hizo carne". Esta Palabra que existía desde siempre, al llegar la plenitud de los tiempos, se hizo carne. Asumió nuestra naturaleza humana. De este modo Dios nos habla con palabras humanas. Dios se manifiesta, se nos comunica. Quiere hablarnos de su amor hacia nosotros. La Palabra de Dios se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús, para que lo puedan entender hasta los más sencillos. Esta Palabra de Dios "ha acampado entre nosotros". Han desaparecido las distancias. El Hijo de Dios asumió para siempre la naturaleza humana. Se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado. "A Dios nadie lo ha visto jamás". Sabemos por el Antiguo Testamento que los profetas, los sacerdotes, los maestros de la ley hablaban mucho de Dios, pero ninguno había visto su rostro. También en la Iglesia hablamos mucho de Dios, pero ninguno de nosotros lo ha visto. Tan solo Jesús, "el Hijo de Dios, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer". No hemos de olvidar que es Jesús el que nos ha contado cómo es Dios. A través del Hijo, que se hizo hombre, podemos acercarnos con sentido a nuestro Dios. Jesucristo es el rostro humano de Dios. En Jesucristo se nos revela 'la gracia y la verdad' de Dios. Al finalizar el año 2016 hemos de dar gracias a Dios por tantos dones recibidos de su bondad infinita. Su misericordia estuvo presente en nuestras vidas. Todo lo bueno y verdadero que existe en nosotros es fruto del amor desbordante de nuestro Dios. Todo lo que es auténtico brota de su providencia amorosa. ¡Dios mío, qué entrañable eres con nosotros, a pesar de nuestras debilidades! 

 

 

 

 

 

 

 

          

 



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