Viernes, 17 de octubre de 2025. Lc 12, 1-7
CUIDADO CON LA LEVADURA DE LOS FARISEOS"
Al dirigirse a sus discípulos, Jesús les advierte: "Cuidado
con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto
que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse...A
vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero
no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que
tiene poder para matar y después echar al infierno. A este tenéis que temer, os
lo digo yo...". Jesús advierte a sus discípulos contra la levadura de los
fariseos que es precisamente la hipocresía. Ello supone no sólo hablar con
sinceridad, sino proclamar públicamente la verdad del Evangelio. La predicación
de la alegría del Evangelio ha de ser para todo el mundo. Esto ocurrirá después
de la resurrección de Jesús y del envío del Espíritu Santo. la Palabra ha de
ser proclamada con valentía ante los hombres y mujeres de toda raza y cultura.
Los hombres no pueden dar más que la muerte corporal. No ocurre así con Dios
que tiene también poder para echar al infierno. Esta muerte definitiva es la
que hay que temer de verdad. El temor de Dios no es el miedo sino la aceptación
obediente de su palabra, que nos permite abordar con confianza los temores
humanos y las persecuciones. Nuestro Dios es providente; cuida de nosotros en
cada circunstancia. El saber que estamos en manos del Señor nos permitirá
afrontar las dificultades de la vida con serenidad y sin miedo. ¿Cuál debe ser,
pues, nuestra reacción ante los sinsabores y dificultades de la vida? No debe
ser el temor, sino la confianza en el amor de Dios que cuida incluso de los
pájaros más pequeños. Señor, yo creo en tu providencia amorosa, pero aumenta mi
fe.