Lunes, 1 de diciembre de 2025. Mt 8, 5-11
"...NO HE ENCONTRADO EN NADIE TANTA FE".
En aquel tiempo, "al entrar en Cafarnaún, un centurión se
le acercó rogándole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico
y sufre mucho. Le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó:
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra,
y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo
soldados a mis órdenes; y le digo a uno: Ve, y va; al otro: Ven, y viene; a mi
criado: Haz esto, y lo hace. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo
seguían: En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os
digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac
y Jacob en el reino de los cielos". En este texto el interlocutor de Jesús
no es un judío, sino un pagano. La salvación que proviene de Jesús abarca a
todos. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad. El centurión se acerca a Jesús con respeto. Le llama Señor,
confiando en su capacidad de curar. Todos sus gestos revelan una profunda actitud
de fe. El centurión suplica a Jesús la curación de su criado. Al ofrecerse
Jesús a ir a curarle, el centurión quiere evitarle la contaminación que supone
para un judío entrar en casa de un pagano. Por eso él manifiesta su fe en
el poder de la palabra de Jesús y en su dominio sobre los espíritus del mal,
que eran, según la mentalidad de entonces, los causantes de las enfermedades.
Jesús cura con su palabra al criado del centurión y manifiesta ante aquella
gente su admiración ante la fe del centurión. Todos necesitamos reavivar en
este Adviento, que estamos comenzando, la fe en el poder de la Palabra de Dios.
Al igual que el centurión, confiamos en el Señor con fe y humildad:
"Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo".
