Martes, 1 de abril de
2025. Jn 5, 1-16
"TOMA TU CAMILLA Y ECHA A ANDAR".
"Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: ¿Quieres quedar sano? El enfermo le contestó: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado. Jesús le dice: Levántate, toma tu camilla y echa a andar. Y al momento el hombre quedó sano, tomó la camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla. Él les contestó: El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar. Ellos le preguntaron: ¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar? ...". Jesús sube por segunda vez a Jerusalén con motivo de una fiesta, que el evangelista no especifica, pero que probablemente es el sábado o una de las grandes romerías religiosas del pueblo de Israel. El evangelista describe la clase de enfermos que yacían por el suelo en los soportales de la piscina. Entre aquellos enfermos, había un paralítico que llevaba casi cuarenta años aquejado de un mal crónico: la parálisis. Jesús toma la iniciativa y se acerca lleno de compasión al enfermo quizás más pobre, indefenso y necesitado. El enfermo explica a Jesús su soledad, sus pequeños esfuerzos e intentos malogrados tantas veces cuantas intenta acercarse al agua. Jesús le manda: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar". En aquel instante queda curado el paralítico. Los judíos no aprueban el gesto sanador de Jesús, porque ha sido realizado en sábado. Ante la alegría del paralítico curado, aparece la amargura de los dirigentes religiosos. Jesús nunca rechazó el precepto del sábado, pero sí sus extremismos. Como Hijo del Hombre declaró que el sábado era para el hombre y no el hombre para el sábado. En tiempo de Cuaresma reconocemos la necesidad de ser curados por Jesús. Él es nuestro Salvador que nos quiere liberar de toda clase de parálisis.
Miércoles, 2 de abril
de 2025. Jn 5, 17-30
JESÚS SE MANIFIESTA COMO EL HIJO DEL PADRE
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mi padre sigue
actuando, y yo también actúo. Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo:
porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo,
haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: En verdad, en verdad
os digo: El Hijo no puede nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre.
Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y
le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para
vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida,
así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie,
sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como
honran al Padre...". El hecho de que Jesús se manifieste como Hijo de Dios
es un tema medular, una afirmación sustancial. Tan arriesgada y comprometida
testificación chirrió estridentemente en los oídos de los dirigentes
judíos, defensores a ultranza del más puro monoteísmo. Para ellos era una
blasfemia. Que un hombre se atreviera a profanar la 'sacralidad' inviolable del
sábado, que se proclamara igual a Dios, que tuviera el atrevimiento de llamar a
Dios 'su Padre', era algo intolerable. En el texto evangélico aparece con
claridad que entre el Padre y el Hijo hay comunión de voluntades y de acción,
una unidad de relación, operación y gloria. Solo Dios es la Vida, fuente y
origen de toda vida. Esta misma Vida se la ha comunicado al Hijo; por eso el
Hijo actúa como el Padre, dando vida a los que quiere, porque su Padre le ha dado
este poder por su igualdad de naturaleza y de soberanía. Jesús ya no es
portavoz de Dios, como lo fueron los profetas, es el Hijo. El que cree en Jesús
y vive en consonancia ha pasado ya al ámbito de la vida de Dios. A esta
prerrogativa de dar la Vida ha añadido el Padre el poder de juzgar. El tiempo
de Cuaresma es oportuno para conocer más a fondo al Hijo de Dios, que es
nuestro Salvador. Él, al entregar su vida por nosotros, nos da la vida
nueva y definitiva.
Viernes, 4 de abril de
2025. Jn 7 ,1-2.10.25-30
"¿NO ES ESTE EL
QUE INTENTAN MATAR?"
Jesús recorría
entonces la Galilea; él no quería subir abiertamente a Judea, pues los judíos
trataban de matarlo. Estaba cerca la fiesta de los Tabernáculos. "Después
que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no
abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén
dijeron: ¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente,
y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías?Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: A mí
me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta,
sino enviado por el que es veraz...". Jesús anda en la boca de todos.
Acerca de su identidad circulan diversas opiniones. El origen humano de Jesús
era conocido. No existía ningún misterio sobre su familia y su patria. Del
Mesías se conocía su patria, Belén. Las otras circunstancias eran desconocidas.
Conocían lo exterior y humano de Jesús, pero en él había algo más que conocer:
la realidad o verdad de su misión por parte del Padre. En este sentido, Jesús
venía verdaderamente de parte de Dios. El punto de partida es el seno mismo de
Dios, viene de junto a Dios. Ante las afirmaciones de Jesús acerca de su relación
con el Padre, querían agarrarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía
no había llegado su hora. Señor Jesús, gracias al don de la fe, podemos
conocerte más y conocer tu relación íntima con el Padre que te envió a la
misión de salvarnos. Tú eres, pues, nuestro Salvador.
Sábado, 5 de abril de
2025. Jn 7, 40-53
"ESTE ES EL
MESÍAS"
Los contemporáneos de
Jesús que habían oído los discursos de Jesús, decían: "Este es de verdad
el profeta. Otros decían: Este es el Mesías. Pero otros decían: ¿Es que de
Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del
linaje de David, y de Belén, el pueblo de David? Y así surgió entre la gente
una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la
mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y
fariseos, y estos le dijeron: ¿Por qué no lo habéis traído? Los guardias
respondieron: Jamás ha hablado nadie como ese hombre". La gente del pueblo
se divide también sobre la misión de Jesús. Unos le tienen por el profeta,
otros por el Mesías. Algunos querían también prenderlo. La fuerza del
magisterio de Jesús ha impresionado a la policía de Jerusalén lo mismo que
había impresionado al pueblo de Galilea. Los fariseos responden porque son los
más activos del sanedrín. La incredulidad de los dirigentes es exagerada. Uno
de ellos, de los miembros del sanedrín, como persona humilde estaba abierto a
la luz y buscaba la verdad. Este era Nicodemo, el que había ido en otro tiempo
a visitar a Jesús. A los creyentes de hoy también se nos pide que nos definamos
ante la persona del Señor Jesús. Hemos de ser personas humildes que buscan el
verdadero rostro del Señor.
Domingo, 6 de abril de
2025. Jn 8, 1-11
"EL QUE ESTÉ SIN
PECADO..."
Celebramos ya el
domingo V de Cuaresma. Es la última semana de Cuaresma que nos introduce en la
gran Semana Santa. La primera lectura (Is.43,16-21) nos anuncia el
gran proyecto de Dios consistente en renovar todas las cosas : "Mirad que
realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?". El Salmo (125) dice
en su estribillo: "El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres". Canta la liberación de la cautividad de Babilonia. En la segunda
lectura (Fil.3,8-14), Pablo nos dice lo que supuso su encuentro con el
Resucitado: "Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del
conocimiento de Cristo, mi Señor". El Apóstol lo perdió "todo" y
considera todo "basura" a cambio "de ganar a Cristo y existir en
él". Todo lo dicho se ordena a "conocerlo a él, y la fuerza de su
resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte,
para llegar un día a la resurrección de entre los muertos". En el
Evangelio (Jn.8,1-11) se recoge el pasaje de la mujer sorprendida en adulterio
y el perdón de Jesús. Nos dice el evangelista que Jesús se había retirado,
por la noche, al monte de los Olivos. Al amanecer, va al templo y todos acudían
a Él y sentado les enseñaba. "Los escribas y los fariseos le traen una
mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: Maestro,
esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos
manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices? Le preguntaban esto para
comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo
en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: El que
esté sin pecado, que le tire la primera piedra...". Oyendo esto se fueron
marchando...Quedaron solos Jesús y la mujer...Jesús le dijo: Tampoco yo te
condeno. Anda, y en adelante no peques más. Para esta mujer ha comenzado una
vida nueva; el perdón de Jesús recrea la vida de esta mujer. El perdón libera y
concede a la pecadora una nueva oportunidad. La misericordia de Jesús la
reintegra al amor de Dios.
Lunes, 7 de abril de
2025. Jn 8, 12-20
"YO SOY LA LUZ
DEL MUNDO"
Dirigiéndose a los
fariseos, Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que sigue no camina en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los fariseos: Tú das
testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido. Jesús les contestó: Aunque
yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he
venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo, ni adónde
voy...Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me
envió, el Padre". Con la metáfora de la luz se expresa al magisterio
sobrenatural y religioso del Mesías y, sobre todo, su obra salvadora o de
vivificación sobrenatural. El término 'mundo' se refiere a los hombres, en
cuanto que de por sí están privados de la luz, viven en tinieblas. Seguir a
Jesús es tanto como creer en él, hacerse su discípulo, aceptar su persona y su
mensaje. Caminar es tanto como vivir, ser y obrar. Tinieblas corresponde
al mundo. es una metáfora que se opone a la luz y a la vida, el plano de lo
sobrenatural. El mundo o los hombres sin Cristo están en tinieblas porque ni
conocen a Dios ni participan de Dios. 'La luz de la vida', se contrapone a
'caminar en tinieblas'. La regla general es que el testimonio propio no tiene
valor en causa propia. Pero Jesús es una excepción, como testigo excepcional,
como Dios, que ha venido del Padre y va al Padre. Come el salmista:
"Señor, en ti están las fuentes de la vida. En tu luz vemos la luz"
(Sal.36,10).
Martes, 8 de abril de
2025. Jn 8, 21-30
"CUANDO LEVANTÉIS
AL HIJO DEL HOMBRE..."
En el Evangelio de hoy
(Jn.8,21-30) aparecen resaltadas varias ideas: de dónde viene Jesús, adónde va,
quien es el Padre, quién es Jesús. Todas ellas se las recuerda Jesús a los
fariseos. Los judíos están perdidos; no entienden las afirmaciones de Jesús.
Éste les habla de su muerte, de su partida al Padre; ellos comentaban si Jesús
se iría a suicidarse. Jesús se lamenta de la incredulidad de los fariseos y les
decía: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba; vosotros sois
de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por
vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros
pecados". En este contexto ser de abajo, ser del mundo tiene sentido de
imperfección en el obrar y pensar. Por el contrario, ser de arriba
corresponde al que viene de arriba, del cielo. La incredulidad de los
judíos tiene sus raíces en su modo mundano de pensar y querer. Con la alusión a
"levantarle en alto', a su muerte en la cruz, Jesús hace referencia a ella
como el momento culminante de su revelación. En la cruz se revela a la vez la
obediencia de Jesús: "Hago siempre lo que es de su agrado" y su
glorificación, porque "el que me envió está conmigo: no me ha dejado
solo". No todo era incredulidad, pues "cuando les exponía esto,
muchos creyeron en él". Después de veinte siglos, la persona y la misión
de Jesús siguen siendo blanco de contradicción. Señor Jesús, gracias a tu
ayuda, te reconocemos como nuestro Salvador.
Miércoles, 9 de abril
de 2025. Jn 8, 31-42
"SI OS MANTENÉIS
EN MI PALABRA..."
Dirigiéndose a los
discípulos que había creído en él, dijo Jesús: "Si os mantenéis en mi
palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres. Le replicaron: Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos
de nadie. ¿Cómo dices tú: ¿Seréis libres? Jesús les contestó: Os aseguro que
quien comete pecado es esclavo. El esclavo no queda en la casa para siempre, el
hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente
libres...". Jesús se dirige a aquellos que habían dado un primer paso para
ser sus discípulos. Discípulo, en este caso, es el que sigue la doctrina de
Jesús. No es mera ciencia; el verdadero discípulo da mucho fruto y glorifica al
Padre. Para dar este fruto es necesario estar vitalmente unido a Jesús. La
permanencia en la Palabra hay que entenderla en este sentido de unión vital. El
verbo conocer posee en este texto los sentidos de progreso y perfección. Desde
esta visión, el acto de conocer incluye la inteligencia y la voluntad. La
libertad que da la verdad consiste de hecho en la filiación divina, en la vida
de los hijos de Dios. Jesús es Maestro de la verdad, no sólo por la predicación
y el magisterio oral, sino por su propia consagración e inmolación. El pecado
nos va separando de Jesús y nos hace esclavos. En la medida en que nos vamos
identificando con el Señor Jesús, vamos superando la esclavitud y alcanzando
una libertad más profunda.
Jueves, 10 de abril de
2025. Jn 8, 51-59
"QUIEN GUARDA MI
PALABRA..."
Dirigiéndose a los
judíos, dijo Jesús: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que
es morir para siempre. Los judíos le dijeron: Ahora vemos claro que estás
endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: ¿Quién guarde mi
palabra no conocerá lo que es morir para siempre? ¿Eres tú más que nuestro
padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?
Jesús contestó: Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El
que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: Es nuestro Dios, aunque
no lo conocéis. Yo sí lo conozco...". Guardar la palabra de Cristo
equivale a guardar los mandamientos. La vida se promete al que 'oye', 'al que
cree'; son expresiones que expresan una misma entrega y unión vital con Jesús.
La promesa de Jesús se refiere a la resurrección final, como explica en el
discurso del pan de vida (Jn.6). Creer en Jesús, vida y luz de los hombres, les
hace posible vencer la muerte y obtener la salvación plena. Los judíos no
conocen ni honran a Dios, porque no quieren conocer ni honrar al Hijo, al
enviado del Padre. En cambio Jesús le conoce y guarda su palabra. Los judíos
han comprendido que Jesús se hace Dios. Por esto quieren apedrearle como a un
blasfemo. Jesús se escondió y salió del templo. Señor Jesús, nosotros te
conocemos y sabemos que eres el Hijo de Dios. Aumenta con tu gracia nuestra fe,
para que cada día nos vayamos identificándonos con tu Persona y con tus obras.
Viernes, 11 de abril
de 2025. Jn 10,31-42
"TÚ, SIENDO UN
HOMBRE, TE HACES DIOS"
La tensión entre Jesús
y los judíos va creciendo. Los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
"Él les replicó: Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi
Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis? Los judíos le contestaron: No te
apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un
hombre, te haces Dios. Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo
os digo: Sois dioses? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la
palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y
envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios?
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me
creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está
en mí, y yo en el Padre". Ante la situación de querer apedrear a Jesús,
Éste les dice que el origen de sus obras está en el Padre. Jesús no hace nada
por su cuenta. Obra por encargo del Padre. Entonces, cuál es la razón por la
que quieren apedrearle. La razón que aducen los judíos revela dos realidades
importantes: Jesús era hombre realmente. Su humildad se imponía. Jesús habla de
de sí, como Dios. Se hace Dios. Jesús acepta la hipótesis de que se ha
hecho Dios y la justifica, poniéndose por encima de todos los profetas
anteriores a él y a los cuales Dios les había comunicado su palabra. Jesús
muestra ante todo el testimonio de las obras. Las obras del Padre tienen este
sentido: Son las obras que quiere el Padre y las que solo puede hacer el Padre.
Estas son las obras que realiza Jesús durante su vida. No todo fue rechazo a
Jesús. Entre sus oyentes muchos, apoyándose en las obras realizadas por Jesús,
creyeron en él. Señor Jesús, los signos realizados por ti sustentan nuestra fe.
Sábado, 12 de abril de
2025. Jn 11 ,45-57
"ESTE HOMBRE HACE
MUCHOS SIGNOS"
Ante el milagro de la
resurrección de Lázaro creyeron en Jesús; pero algunos acudieron a los fariseos
y le contaron lo que Jesús había hecho. Entonces los fariseos y los sumos
sacerdotes convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre
hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los
romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación". Los miembros del
Sanedrín reflexionan sobre las consecuencias de su debilidad o transigencia
ante los signos que realiza Jesús. Si le permiten que siga haciendo los signos,
terminará creyendo toda la gente en Jesús. Esta situación provoca la reacción
drástica de Caifás que les dijo a los del Sanedrín: "Vosotros no entendéis
ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que
no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por
ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a
morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los
hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte". En verdad,
Caifás, como sumo sacerdote, sin saberlo, anunció lo que de hecho iba a suceder,
según los planes de Dios, aunque no por los motivos políticos y naturales que
él veía. El evangelista constata un hecho, no formula teoría ni dice
expresamente que Caifás estuviera realmente inspirado. El consejo humano,
aunque oficial de Caifás, es interpretado teológicamente por el evangelista. De
hecho, Jesús muere en la cruz para reunir a todos los hijos de Dios dispersos
por el mundo. En consecuencia, el evangelista descubre en las palabras del sumo
sacerdote el cumplimiento del designio salvífico de Dios en su dimensión
universal. De este modo el consejo tan drástico de Caifás es aceptado y desde
aquel momento deciden matar a Jesús. Nadie tiene amor más grande que el que da
la vida por sus amigos. Señor Jesús tú diste libremente la vida por todos los
hombres.
Domingo, 13 de abril
de 2025. Lc 23, 1-49
"...Y TOMÓ LA
CONDICIÓN DE ESCLAVO"
Hoy celebramos el
domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Es como el pórtico de la Semana Santa.
Ésta comienza con el Domingo de Ramos y termina con las Vísperas II del domingo
de la Resurrección. En esta Semana, la más importante del año litúrgico,
actualizamos de un modo muy especial el Misterio Pascual de nuestro Señor
Jesucristo. La celebración litúrgica del domingo de Ramos es un tanto especial,
pues comporta una primera parte que culmina con la procesión de los ramos,
haciendo memoria de la entrada triunfal del Señor en la Ciudad santa de
Jerusalén. La segunda parte consiste en la celebración de la santa Misa de la
Pasión. La primera lectura de la Eucaristía está tomada del tercer poema del
Siervo de Yahvé y nos introduce en la pasión de Cristo. Dice el Siervo:
"Ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban
mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor me ayuda, por
eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo
que no quedaría defraudado". Estas palabras nos adelantan algunos aspectos
de la pasión de Cristo, en sus terribles sufrimientos y abandono humano, pero
con la certeza del triunfo. La segunda lectura es un cántico a Cristo Salvador,
recogido por san Pablo en la carta a los Filipenses. Cristo "se despojó de
su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos". Se
sometió incluso a la muerte en cruz. Pero Dios "lo levantó sobre todo, y
le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre". El relato de la Pasión es
el centro de la liturgia de la Palabra del domingo de Ramos. En torno a este
relato giran todos los demás elementos de esta celebración. La Iglesia proclama
hoy la Pasión en la asamblea dominical, para que la cruz del Señor domine toda
la semana. En la pasión destaca muy especialmente la entrega obediente y
confiada de Jesús a la voluntad del Padre. He aquí la senda de obediencia y de
generosidad que hemos recorrer sus discípulos.
Lunes, 14 de abril de
2025. Jn 12, 21-11
"LE UNGIÓ A JESÚS
LOS PIES..."
Hoy es Lunes Santo.
Estamos dentro de la Semana Santa. La semana más importante del año litúrgico.
El evangelista nos recuerda el acontecimiento de la unción de Betania. En
efecto, "seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía
Lázaro, a quien había resucitado de entres los muertos". Juan ha
concretado con mucho detalle las jornadas de la última semana (cfr. Jn.12,12;
13,1; 18,28; 19,31), como hizo con las de la primera (cfr.Jn.1,19-2,1). Las dos
terminan con la manifestación de la gloria de Jesús. En Betania le ofrecieron
una cena; en ella Marta servía y Lázaro estaba con Jesús a la mesa. "María
tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los
pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del
perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo iba a entregar,
dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos
a los pobres? Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era
un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando". Durante
esta cena se produce la unción de los pies de Jesús con una libra de perfume de
nardo legítimo. Por el perfume y el alabastro Judas calcula 300 de denarios.
Con 200 se podía dar de comer a 5.000 hombres (cfr. Jn.6,7). El jornal diurno
era de un denario (cfr. Mt.20,2). Según esto, María se ha gastado casi el
jornal de un año. Con respecto a Jesús siempre encontramos los dos extremos: el
de suprema entrega y generosidad, que representa María, rompiendo el frasco, y
el de la miseria e indignación, que representa Judas Iscariote. Judas cubre su
avaricia con el velo de la caridad. Jesús contesta a Judas con estas palabras:
"Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los
pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis".
Jesús acepta la unción de María en orden a su próxima muerte. La interpretación
de la unción se la da Jesús. Él es quien guarda el ungüento de un modo afectivo
en orden a la sepultura y quiere que María lo proyecte hacia ese día ya
cercano.
Martes, 15 de abril de
2025. Jn 13, 21-33.36-38
"SEÑOR, ¿ADÓNDE
VAS?".
El evangelio de este
Martes Santo recoge parte del Sermón de la Última Cena. Jesús profundamente
conmovido dijo: "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Los
discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía...".
Es muy humano emocionarse al recordar la elección para compañero de un traidor.
Jesús había elegido a Judas Iscariote como uno de los Doce. Ahora va perpetrar
la traición contra su Maestro. Ante el anuncio de esta traición por parte de
Jesús, aparece la ingenuidad de los otros discípulos, la curiosidad de Pedro,
la familiaridad de Juan y la delicadeza con que Jesús descubre al traidor. El
dramatismo del texto bíblico se refleja en la entrada de Satanás en Judas y la
salida precipitada del mismo, junto con el marco obscuro de la noche. El texto
dice que "era de noche". En las palabras del evangelista contrasta la
sobriedad con la viveza y psicología de la narración. Al salir Judas, dijo
Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en
él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo:
pronto lo glorificará". Jesús se halla con aquellos discípulos fieles. El
discurso de la Cena, propiamente tal, comienza aquí. Sólo aquellos que de
verdad aman a Jesús pueden entender el contenido de estas palabras. Sin darse
cuenta, Judas va a realizar los planes de Dios, la gloria de Cristo y del Padre
por medio de la muerte. La pasión de Cristo es para gloria del Hijo y del
Padre. Así el Padre glorificará al Hijo en su propia humanidad. Pronto, en la
resurrección y ascensión. Jesús abre su corazón a los discípulos. Comienza
despedirse de ellos y les dice: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir.
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿adónde vas?...". Pedro interpreta la partida
de Jesús en el sentido material de la muerte. Por eso protesta y manifiesta que
está dispuesto a ir con Jesús hasta la muerte. Está dispuesto a dar la vida por
Jesús. Nosotros sabemos lo que pasó después y camino que recorrió Jesús. Señor,
danos la fortaleza necesaria, para no traicionarte. Si lo hacemos, danos la
gracia de la conversión.
Miércoles, 16 de abril
de 2025. Mt 26, 14-25
"MI MOMENTO ESTÁ
CERCA..."
En este día de Miércoles
Santo el evangelio nos habla de la traición de Judas y de los preparativos de
la cena de Pascua. El evangelista nos dice que "uno de los Doce, llamado
Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis
dispuestos a darme, si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta
monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para
entregarlo". Este acontecimiento debió suceder probablemente el miércoles
después de la sesión del sanedrín en la que decidieron apoderarse de Jesús para
darle muerte. Tal vez Judas tuvo noticia de aquella reunión y de lo que en ella
se había tratado y creyó ofrecérsele una ocasión propicia para perpetrar una
traición que venía madurando en su ánimo. De hecho, ya un tiempo atrás, Cristo
había dicho: "¿No os elegí yo a los doce? Pues bien, uno de vosotros es un
diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote. Porque Judas, precisamente
uno de los doce, lo iba a entregar" (Jn.6,71). El mismo Judas fue en busca
de los enemigos de Jesús para ofrecerse a poner en sus manos a Jesús. El amor
al dinero fue apartando poco a poco a Judas de su excelsa vocación, de su
ministerio y de la misma persona de Jesús. Desde aquel momento tan horrendo
Judas buscaba la ocasión propicia para poder poner en obra su infame traición.
Los discípulos se acercan Jesús para preguntarle: "¿Dónde quieres que te
preparemos la cena de Pascua? Él contestó: Id a la ciudad, a casa de Fulano, y
decidle: El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu
casa con mis discípulos. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y
prepararon la cena". El encargo de preparar todo los necesario para la
Pascua lo reciben Pedro y Juan (cfr. Lc.22,8). La razón por la que Jesús calló
el nombre del dueño de la casa pudo ser para que no se enterase Judas
hasta última hora y pudiesen de esta suerte celebrar la cena con toda
tranquilidad. Los dos apóstoles comisionados prepararon la cena de Pascua. Al
atardecer, Jesús se puso a la cena con los Doce. Las palabras llenas de tristeza
con las que Jesús anuncia la traición de Judas las pronuncia al comienzo de la
cena. Judas el que comía de su pan, el que formó parte del grupo enviado por Él
para anunciar la venida del Reino por todo Israel, termina traicionándolo. Su
traición nos invita a mirarnos a nosotros mismos. ¿Soy yo?, dijeron uno tras
otro, los discípulos a Jesús. ¡Señor, líbrame de ser yo!
Jueves, 17 de abril de
2025. Jn 13, 1-15
"HACED ESTO EN
MEMORIA MÍA"
Hoy es Jueves
Santo. Toda la preparación y esfuerzo de conversión que supone la Cuaresma
desemboca en la celebración del misterio pascual de Jesucristo paciente,
muerto, sepultado y resucitado. En concreto, el Triduo Pascual comienza con la
misa vespertina de la Cena del Señor, tiene su centro en la Vigilia Pascual y
termina con las Vísperas del Domingo de Resurrección. Veamos lo específico de
este día de Jueves Santo. La Eucaristía vespertina de este día es "aquella
misma memorable Cena" en la que Cristo, "antes de entregarse a la
muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo
de la Alianza eterna" (oración colecta). De este modo, Cristo anticipó su
donación hasta el extremo en la cruz, por nuestra salvación. Durante la misma
Cena con sus Apóstoles Jesús instituyó el sacerdocio ministerial, al mandarles:
"Haced esto en memoria mía". En la primera lectura de la santa Misa
(Ex.12,1-14) se narra la celebración de la pascua judía, figura y anticipación
de la Pascua de Cristo. Él es en persona el verdadero Cordero y Pascua de
salvación de los cristianos. La segunda lectura, tomada de ICor.11, 23-26,
representa la descripción más antigua que conocemos de la Eucaristía cristiana.
El Apóstol nos advierte que la narración que él hace, la ha recibido de una
tradición que viene del Señor y que él a su vez nos la quiere transmitir. Pablo
sitúa esta primera Eucaristía "en la noche en que iban a entregarlo".
El Evangelio de Jn.13,1-15 comienza con un prólogo solemne, de profundo
contenido y significado teológico: lo que narra sucede "antes de la fiesta
de Pascua". Jesús es conocedor del momento, "había llegado la hora de
pasar de este mundo al Padre"; es su Pascua. El lavatorio de los pies es
la expresión extrema de su amor a los suyos. Sigue diciendo el evangelista:
"...y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que
venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y,
tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a
lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido...".
El evangelista, en vez de hablar de la institución de la Eucaristía, describe
el clima que ha de rodearla: el servicio humilde como expresión de todo el
misterio de Cristo y de su entrega por amor hasta el fin. Éste debe ser también
el ministerio de sus discípulos, derivado del ejemplo dado por el Maestro. Hoy
es también día del amor fraterno que brota de Cristo-Eucaristía.
Viernes, 18 de abril
de 2025. Jn 18, 1-19,42
"AUTOR DE
SALVACIÓN ETERNA"
Hoy es Viernes Santo.
Es un día en el que no se celebra la Eucaristía. Es día de ayuno pascual
obligatorio, en recuerdo de la pasión y muerte del Señor. Sería bueno
prolongarlo hasta la noche de la Vigilia Pascual. En la oración colecta se
recoge el sentido profundo de lo que se celebra en este día: "Recuerda,
Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; santifica a tus hijos y
protégelos siempre, pues Jesucristo, tu Hijo, en favor nuestro instituyó por
medio de su sangre el misterio pascual". Las lecturas bíblicas describen
desde perspectivas distintas el misterio de pasión y anonadamiento de
Jesucristo. En el cuarto cántico del Siervo de Yahvé (Is.52,13-53,12) se
adelantan algunos aspectos de la pasión de Jesucristo. La figura del siervo es
lo más exquisito y misterioso del mensaje consolador. Encarna todo el
sufrimiento humano, incluido el de la muerte afrentosa. Pero en esa figura el
dolor se redime, porque es aceptado, es inocente, es por otros y termina en
victoria. En la segunda lectura (Heb.4,14-16; 5,7-9) se presenta a Cristo, Sumo
Sacerdote, el Hijo de Dios que "aprendió sufriendo a obedecer". Por
la resurrección se ha convertido en "autor de salvación eterna". La
pasión según san Juan (Jn.18,1-19,42) constituye la culminación de la Liturgia
de la Palabra. Se puede afirmar que toda la pasión es como un diálogo de amor.
¿Cuál debe ser nuestra postura ante el relato de la pasión? ¿Cómo hemos de
responder a la entrega hasta el extremo de Cristo? Ha de ser una respuesta en
clave de amor, de escucha atenta, de acogida en fe, de silencio que permite
dentro de nosotros la actuación del Espíritu Santo, de dolor por todo lo que de
pecado exista en nosotros, de deseo de reparación, de servicio y ofrenda de la
propia vida. No debe pasarnos desapercibida la fortaleza y de fe profunda de
María junto a la cruz de su Hijo. En esta circunstancia, al pie de la cruz,
María nos acoge a todos en su corazón maternal. Por nuestra parte hemos de
recibirla en la casa de nuestra vida como Madre que nos engendró con mucho
dolor junto a la cruz de su Hijo. Ella nos pide también abrirnos a la multitud
de hermanos de su Hijo. Viernes Santo es, por tanto, un día consagrado a la
meditación y adoración de la cruz del Señor. Hemos de doblar nuestra rodilla
ante la imagen del Hijo de Dios, 'cosido' al madero de la cruz.
Sábado, 19 de abril de
2025. Jn 20, 1-9
SÁBADO SANTO
Hoy es Sábado Santo,
de la Sepultura del Señor. Este día, hasta la Vigilia Pascual, es un día en que
no se celebra la Eucaristía y de ayuno voluntario. Esto le da un tono de
sobriedad. Es muy precisa y elocuente la rúbrica que ofrece el Misal para este
sábado: "Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro
del Señor meditando su pasión y muerte, y se abstiene del sacrificio de la
misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne
Vigilia o expectación nocturna de la resurrección, se inauguren los gozos de la
Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales" (Cfr.
MR.n.29). Durante las horas de este día, la Iglesia celebra la Liturgia de las
Horas invitando a adorar "a Cristo, el Señor, que por nosotros murió y fue
sepultado". En este sentido, sería bueno convocar a la comunidad cristiana
para orar a partir de alguna hora de la Liturgia de las Horas o parte de las
mismas. En el centro de la espiritualidad de este día se halla, pues, la muerte
y la sepultura de Cristo. Las antífonas del Oficio de lecturas ponen en boca de
Cristo estas expresiones: "Dormiré y descansaré en paz"; "mi
carne descansa serena" y "que se alcen las antiguas compuertas: va a
entrar el Rey de la gloria". La lectura de Hebreos 4,1-13 tiene el título:
"Empeñémonos en entrar en el descanso del Señor" y la segunda,
anónima, sobre "el descenso del Señor al abismo". Hay que reconocer
que las dos lecturas marcan admirablemente el sentido y el contenido del Sábado
Santo: silencio contemplativo ante la muerte de Cristo, descanso en el Señor,
descenso del Señor a los infiernos y liberación de los que esperaban su
redención. Las antífonas a los salmos de Laudes son también muy sugestivas al
respecto: "Harán llanto como llanto por el Hijo único, porque siendo
inocente fue muerto el Señor"; "líbrame, Señor de las puertas del
abismo"; "Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos
y tengo las llaves de la muerte y del abismo". La piedad del pueblo
sencillo puede alimentarse también con el ejercicio del 'Viacrucis', el canto o
meditación del salmo 50, algún acto mariano centrado en la contemplación de la
Pasión y muerte del Señor con la Madre de Jesús. También puede ayudar a vivir
las horas del día de Sábado Santo la asistencia a procesiones con distintos
pasos en clima de silencio, meditación y oración.
Domingo, 20 de abril
de 2025. Lc 24,1-12
VERDADERAMENTE HA
RESUCITADO EL SEÑOR, ALELUYA.
Ayer noche hemos
celebrado con gozo la Vigilia Pascual, la madre de todas las vigilias. Nos
hemos alegrado con toda la Iglesia, porque el Señor ha resucitado. Con la
Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección comienza el gran día de la Pascua
de la Iglesia. La Pascua se prolonga durante cincuenta días, considerados como
'un único día de fiesta'. Es el tiempo del gozo por la presencia del
Resucitado, tiempo del gozo de los nuevos bautizados y de quienes han renovado
sus compromisos bautismales, de la alegría de la comunidad eclesial que canta
el 'Gloria' y el 'Aleluya'. Estamos ante el tiempo oportuno para profundizar
nuestra fe y proclamar incansablemente la resurrección de Cristo. Las
Eucaristías de los domingos de Pascua deben brillar por el 'arte de celebrar',
por la alegría de saber presente al Resucitado, por acoger su Palabra, por
intuir sus llagas luminosas y comulgar su Cuerpo y Sangre para anunciarlo al
mundo. En el libro de los Hechos se recogen unas palabras de Pedro en las que
resume la vida pública de Jesús desde que comenzó en Galilea hasta el día de su
resurrección. Hablando de este acontecimiento dice: "Lo mataron colgándolo
de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo
el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos
comido y bebido con él después de la resurrección". En la carta a
los Colosenses (1,1-4), el Apóstol nos habla de nuestra inserción en Cristo por
el Bautismo, como miembros de su Cuerpo. Nos invita a buscar "los bienes
de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los
bienes de arriba, no a los de la tierra". En el evangelio del domingo de
Pascua (Jn.20,1-9) se nos relata que "el primer día de la semana, María
Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa
quitada del sepulcro". Muy de madrugada, todavía bajo el peso de las
últimas sombras, la Magdalena se llega hasta el sepulcro donde pensaba que
todavía yacía allí el cadáver de su Señor. Pero vio la losa quitada del
sepulcro. Vuelve corriendo y fue donde estaban Pedro y el discípulo amado de
Jesús y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde
lo han puesto". Entonces salieron hacia el sepulcro Pedro y el discípulo
amado. Al llegar al sepulcro, Pedro "vio las vendas en el suelo y el
sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas,
sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el
que había llegado primero al sepulcro: vio y creyó". Realmente la muerte
había sido despojada de su botín; a la vista quedaron las vendas y el sudario,
como proclamando que el Resucitado se había librado de ellas. No hemos de
buscar entre los muertos al que vive.
Lunes, 21 de abril de
2025. Mt 28, 8-15
OCTAVA DE PASCUA
Comenzamos hoy la Octava de Pascua.
Las mujeres, que habían ido al sepulcro, corrieron a toda prisa a llevar a los
apóstoles el mensaje que habían recibido del ángel. Caminaban, por una parte,
temerosas probablemente de que los judíos las complicasen en el hecho de
haberse encontrado abierto el sepulcro y de haber desaparecido el cadáver, y,
por otra, alegres por la noticia que el ángel les había comunicado de que
Cristo había resucitado. Entonces, "de pronto, Jesús les salió al
encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le
abrazaron los pies. Jesús les dijo: No tengáis miedo: Id a comunicar a mis
hermanos que vayan a Galilea; allí me verán". El Resucitado permite que
aquellas mujeres abrazasen sus pies y se los besasen, y, postradas en tierra,
le adoraron. Después con palabras llenas de ternura, recordando a los
apóstoles, que le habían abandonado en su pasión, sus hermanos, les repite la
orden que habían recibido ya por medio del ángel. El Resucitado tiene un
interés especial de reavivar la comunión de sus hermanos con él y entre sí. Con
motivo de su pasión y muerte en la cruz, se cumplió la profecía: heriré
al pastor y se dispersarán las ovejas. Los discípulos estaban dispersos y
llenos de miedo. El Señor quiere comunicar con ellos; desea que le vean vivo en
medio de ellos. El Resucitado desea vivamente reanimar en los discípulos su fe
en él. "Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron
a la ciudad, comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido". Se
trata de los soldados que estaban de guardia cuando se notó el temblor de
tierra y el ángel hizo girar la piedra que cerraba el sepulcro. Por lo que
sugiere la narración del evangelista, antes de ir, examinaron la tumba, y,
viendo que estaba vacía, se determinaron a dar cuenta de los sucedido a los
sumos sacerdotes. Estos se reunieron con los ancianos, llegaron a un
acuerdo "y dieron a los soldados una fuerte suma , encargándoles: Decid
que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros
dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y
os sacaremos de apuros". Los soldados, asegurados por la promesa de los
miembros del sanedrín de que nada les pasaría aun en el caso de que la noticia
llegara a oídos de Pilato, cedieron a recibir la cantidad de dinero que les
ofrecían y a divulgar aquella patraña, que tan malparados les dejaba a ellos
mismos. ¿ Con cuánta razón san Agustín apostrofaba al sanedrín al exclamar:
¿Traes testigos que duermen? Verdaderamente tú eres el que duermes al inventar
semejantes explicaciones (In Ps.63,9: PL 36,768).
Martes, 22 de abril de
2025. Jn 20, 11-18
SE HAN LLEVADO A MI SEÑOR Y NO SÉ DÓNDE LO HAN PUESTO
Después de comunicar la noticia del sepulcro vacío, María
Magdalena se vuelve al sepulcro y aparece junto a él, después que Pedro y Juan.
Se explica que la Magdalena volviera, porque estaba bajo la idea de que habían
robado a su Señor. El evangelista nos dice que se hallaba fuera, junto al
sepulcro, llorando. "Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos
ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies,
donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: Mujer, ¿por qué
lloras? Ella le contesta: Porque me han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto". María Magdalena llora desconsoladamente al tiempo que busca a su
Señor. Ella está convencida de que han profanado el cadáver de su Señor. Está
junto al sepulcro por la relación que tiene con el cadáver que es lo que busca
y lo que está motivando sus lágrimas. Se asoma al sepulcro y ve dos ángeles
sentados que le preguntan por qué llora. El motivo de sus lágrimas es doble:
Han robado el cadáver y no sabe dónde lo han puesto. "Dicho esto, da media
vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer,
¿Por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella tomándolo por el hortelano, le
contesta: Señor, si tú le has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo
recogeré". La aparición de los ángeles ha tenido lugar dentro de la cámara
funeraria, la de Jesús fuera. Por esto la Magdalena lo ve cuando se vuelve de
espaldas al sepulcro. Entonces vio a Jesús con los ojos de la cara, sin
reconocerlo. Así lo verán al comienzo los dos de Emaús. María Magdalena sigue
llorando y en ademán de buscar. La pregunta de Jesús responde a esta doble
actitud: por qué lloras, a quién buscas. El amor y la preocupación de la
Magdalena la sacan de la realidad práctica: no es probable que ella pudiera
cargar con el cadáver como ella piensa, ni que el jardinero se lo permitiera.
Tal vez María ha vuelto a mirar hacia el sepulcro después de responder al
jardinero, no dándole importancia, como tampoco se la había dado a los ángeles.
Así se explica que cuando Jesús pronuncia su nombre: "¡María!", ella
se vuelva hacia él y le diga: "¡Rabboni!, que significa: ¡Maestro! Jesús
le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y
diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. María
Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor ya dicho
esto". ¿Qué sintió María en su interior al oírse llamar por su nombre de
labios de Jesús? Luz y alegría, que secó sus lágrimas y abrió su inteligencia.
María se volvió hacia el Señor y como dice la esposa del Cantar de los
Cantares, "encontré al amor de mi vida, no lo soltaré jamás "(3,4).
Seguidamente, la Magdalena va a los discípulos del Señor a contarles que había
visto al Señor y que le había dada el encargo de anunciar esta noticia.
Miércoles, 23 de abril
de 2025. Lc 24, 13-35
LOS DOS DE EMAUS
El evangelista nos narra el encuentro del Resucitado con los dos
discípulos que iban andando de Jerusalén a Emaús. Ellos iban comentando todo lo
ocurrido en Jerusalén. "Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona
se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo". Los dos discípulos habían abandonado la compañía de los
otros, abrumados por todo lo sucedido en Jerusalén. Jesús aparece de repente
detrás de ellos, acelerando la marcha, hasta alcanzarlos y se pone a caminar
con ellos. Los ojos de los dos discípulos estaban como dominados por una fuerza
especial que no les permitía reconocer a Jesús. Entonces, Jesús comienza el
diálogo, preguntándoles: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras
vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba
Cleofás, le replicó: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo
que ha pasado allí estos días? Él les preguntó: ¿Qué? Ellos le contestaron: Lo
de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros
jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron...". Para
dialogar con ellos, Jesús comienza preguntando. La reacción de los discípulos
es de gran realismo y psicología humana. La respuesta de Cleofás indica
sorpresa, nacida de su propia situación. La ignorancia del peregrino es
dramática y simpática. Con ella buscaba el diálogo y que se abriesen los dos
discípulos. Estos expresan con cierto detalle sus vivencias de aquellos días y
de un modo especial de aquella mañana del domingo. Los discípulos habían
perdido la fe en la resurrección y no estaban preparados para creerla si no se
les imponía desde fuera. Jesús, que sigue desconocido, no puede apelar a sus
profecías en Galilea y apela a las profecías de los profetas. La pasión era el
camino anunciado por Dios para que el Mesías llegase a su gloria. El rasgo de
Jesús, queriendo continuar el viaje encierra una finura extraordinaria. Jesús debió
ceder pronto ante el apremio cordial de los dos discípulos. Se sientan a la
mesa; "Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A
ellos se le abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció".
Señor Jesús, que te reconozcamos en la comunidad, en la Palabra y en la
Eucaristía.
Jueves, 24 de abril de
2025. Lc 24, 35-48
PAZ A VOSOTROS
A las dos apariciones de Simón y de los dos de Emaús, el
evangelista añade una tercera colectiva. De ella nos habla el evangelio de hoy.
Los dos discípulos de Emaús contaban "lo que les había pasado por el
camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de
estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: Paz a
vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
¿Por qué os alarmáis?, ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis
manos y mis pies: soy yo en persona". Es muy significativo que los dos de
Emaús comuniquen con los demás discípulos su experiencia de haberse encontrado
con el Resucitado. El Señor encendió en ellos el fuego de la comunicación. En
este clima tan positivo de encuentro, aparece Jesús en medio de ellos y les
dijo: 'Paz a vosotros'. El príncipe de la paz ha vencido definitivamente la
muerte. Es la fuente y el portador de la verdadera paz. El Resucitado desea
ardientemente reavivar la paz en el corazón de sus discípulos. Sin
embargo, estos quedan muy impresionados ante la súbita aparición del Señor que
no corresponde a la de un hombre sometido a las condicionamientos de espacio y
tiempo. Por eso creían ver un fantasma. El Resucitado con sus palabras y sus
gesto tiene un interés muy especial para mostrar a los discípulos que Él era el
mismo que había muerto en la cruz. De ahí que les diga que se fijen en sus
manos y sus pies. Él no es un fantasma, pues éste no tiene carne y huesos, como
los discípulos pueden ver que Él tiene. Les muestra las manos y los pies.
"Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
¿Tenéis algo que comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y
comió delante de ellos...". El evangelista ha querido darnos la realidad
humana del Resucitado, teniendo en cuenta a los lectores griegos que tenían
tantas reticencias a la hora de admitir la resurrección de los cuerpos. El
Resucitado desea también mostrarles que en él se cumplen las palabras dichas en
el AT. acerca de su persona. La acción interior del Señor en la mente de sus
discípulos es propia de su nuevo estado de poder y gloria. Entre Jesús y sus
discípulos empiezan ahora unas relaciones más profundas y eficientes. Señor
Jesús, ábrenos el entendimiento, para que te reconozcamos siempre como el
Resucitado y la fuente de toda resurrección.
Viernes,25 de abril de
2025. Jn 21, 1-14
JESÚS SE PRESENTÓ EN LA ORILLA
Dentro de la Octava de Pascua, el evangelio de hoy nos recuerda
la aparición del Resucitado junto al lago de Tiberíades. Lo hizo de este modo:
"Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná
de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: Me
voy a pescar. Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Salieron y se
embarcaron; y aquella noche no cogieron nada". En el mundo grecorromano el
lago de Galilea se conocía con el nombre de lago de Tiberíades, por la ciudad
de Tiberíades, que edificara Herodes Antipas en honra de Tiberio. Estaban
presentes siete discípulos. Es interesante la iniciativa de Pedro y cómo le
siguen los restantes. Este detalle lo ha conservado el evangelista con toda
intención. Corresponde a la psicología de Pedro y a la colación del primado,
que sigue a la narración. Pasaron toda la noche y no pescaron nada.
"Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en
la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice:
Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: No. Él les dice: Echad la red a
la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para
sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le
dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba
desnudo, se ató la túnica y se echó al agua". Jesús se presenta en la
orilla. Los discípulos en principio no lo conocieron. Les pregunta si tenían
pescado, si habían pescado algo. La respuesta de los discípulos no puede ser
más breve y negativa. Tal vez revele el malhumor por la pesca fracasada.
También por la forma de responder revelan que no conocen a quien les pregunta.
Jesús les invita a volver a echar las redes y les dice que encontrarán pescado.
La pesca fue muy abundante. El primero en reconocer que era el Señor fue el
discípulo amado y se lo dice a Pedro. En seguida, Pedro se echa al agua hacia
donde estaba Jesús. En la orilla Jesús les tenía preparado un pescado sobre las
brasas y pan. Todos ellos reconocen que es el Señor, aunque ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle quién era. Los ojos del corazón ven en
profundidad. Señor Jesús, que sepamos contemplarte con los ojos de la fe
animada por la caridad. Danos la mirada del corazón.
Sábado, 26 de abril de
2025. Mc 16, 9-15
SE APARECIÓ PRIMERO A MARÍA MAGDALENA
En el evangelio de la Eucaristía de hoy se recogen diversas
apariciones del Resucitado y el envío misionero de los Once. El evangelista
comienza describiendo la aparición a María Magdalena con estas palabras:
"Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había
echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de
duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto,
no la creyeron". El evangelista nos muestra de modo muy resumido la
aparición del Resucitado a María de Magdala. Los discípulos, sumidos en
profunda tristeza por la pasión y muerte de Jesús, no dan crédito al
anuncio de la Magdalena. No creyeron la noticia de la resurrección del Señor.
En la misma línea de síntesis, nos sigue diciendo el Evangelio: "Después
se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron". Es
evidente que estas palabras representan un eco distante de los dos que iban a
Emaús (cfr. Lc.24,13-35). La afirmación de que se lo comunicara a los demás
recuerda el relato de Emaús, pero no el rasgo de que no los creyeran,
que, comparado con Lc.24,35, representa una tradición diferente. "Por
último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en
cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo
habían visto resucitado. Y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la creación". Por fin, Jesús se aparece a los Once
Apóstoles cuando estaban a la mesa. Les echa en cara su incredulidad, porque no
habían dado crédito a los que le habían visto resucitado. Los Once habían
quedado sumisos en el dolor y la aflicción a causa de la muerte tan violenta y
afrentosa de Jesús. Les costaba dar el paso a la fe. El Resucitado, una vez
reconfortados todos los discípulos con su presencia, los envía a predicar el
Evangelio por todo el mundo.
Domingo, 27 de abril de 2025. Jn 20, 19-31
NO
TEMAS; YO SOY EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO; YO SOY EL QUE VIVE
Celebramos el segundo domingo de Pascua o de la Divina
Misericordia. El domingo es el día de Cristo resucitado. En las apariciones es
el Señor el que toma siempre la iniciativa para hacerse presente a sus
discípulos. También Juan, desde su destierro en la isla de Patmos, oye una
poderosa voz como el sonar de una trompeta; se vuelve y ve a Cristo. Es
precisamente el Cristo pascual quien le dice al vidente: "No temas; yo soy el primero y el último; yo soy el que vive.
Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo en mi poder las llaves de
la muerte y del abismo". En estas palabras de ánimo y llenas de esperanza
del Resucitado se resume todo el Evangelio. El domingo es también el día de la
Iglesia. En el relato del libro de los Hechos se nos describe de modo muy
sintético a la primera comunidad que va creciendo en torno al Señor resucitado.
Dice el libro de los Hechos: "Los apóstoles hacían muchos signos y
prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el
pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se
hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y
mujeres, que se adherían al Señor". La Iglesia es un misterio de comunión
y de misión. Lugar de encuentro con el Resucitado. La Iglesia recibe del
Resucitado el encargo de continuar su misión hasta el final de los tiempos:
"Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto,
exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes
les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos". El Resucitado saluda a sus discípulos deseándoles
la paz como había dicho en la despedida: Os dejo la paz, os doy la paz. Una paz
que el mundo no os puede dar" (Jn.14,27). A los discípulos que por miedo
habían perdido la paz, se la devuelve. Así nos lo recuerda el Evangelio:
"Estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a
los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros". El apóstol, Tomás, es el prototipo de las personas que
solo creen, si ven. Sin embargo, el Resucitado le dice: "Acerca tu dedo y
comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas
incrédulo, sino creyente. Tomás contestó: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo:
¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto". El
Resucitado es el mismo que el Crucificado. Como Tomás, con la luz de la fe, hemos
de ver en el Resucitado a nuestro Señor y a nuestro Dios.
Lunes, 28 de abril de 2025. Jn 3, 1-8
TENEIS QUE NACER DE NUEVO
En aquel tiempo, "dijo Jesús a Nicodemo: Tenéis que nacer
de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de de
dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu. Nicodemo
le preguntó: ¿Cómo puede suceder eso? Le contestó Jesús: ¿Tú eres maestro en
Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que
sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro
testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si
os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó
del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna". En este relato evangélico se nos recuerda
algo del encuentro de Jesús con Nicodemo. Éste es un miembro del
Sanedrín, que ha seguido de cerca la trayectoria de Jesús. En ciertos círculos
Nicodemo pasa por ser un discípulo vergonzante de Jesús, que tiene miedo de
perder su imagen y va a visitarlo, agazapado en las sombras de la oscuridad. En
concreto, una revelación tan nueva y profunda de Jesús causa sorpresa y
confusión en Nicodemo. Jesús aclara su revelación sirviéndose de un elemento
cotidiano, sencillo y misterioso: el viento. Este era considerado entonces como
una fuerza misteriosa. Existe, es un hecho real, pero escapa a nuestro control,
porque no conocemos su origen, ni su destino. Eso mismo sucede con el Espíritu.
Este es una realidad trascendente, que escapa al control de nuestras
evidencias humanas. Nicodemo ahora ya acepta la realidad. Ahora le preocupa el
modo de la intervención del Espíritu. ¿Cómo nacer de nuevo? Jesús se presenta
como él único que puede contestar a la pregunta de Nicodemo. Una revelación tan
clara y contundente se apoya en un argumento de autoridad personal, ya que el
Hijo, que ha tenido acceso al Padre, lo que nadie puede decir, nos va a
explicar las cosas del cielo. La Cruz será el signo máximo del amor llevado
hasta el extremo. Jesús es realmente nuestro Salvador; se entregó del todo por
nuestra salvación. Si creemos en él tendremos la vida eterna. Avivemos nuestra
fe en el Crucificado que ha resucitado; él es la fuente inagotable de vida
eterna.
Martes, 29 de abril de
2025. Mt 5, 13-16
MANSO Y HUMILDE CORAZÓN
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: "Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha
parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al
Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Un buen día, Jesús
expresa su acción de gracias al Padre, por su éxito con la gente sencilla de
Galilea. Jesús va descubriendo que se abren más al Evangelio los sencillos que
los sabios. La gente sencilla, con un corazón limpio, se deja interpelar por la
palabra de Jesús. Los sabios y entendidos no entienden nada. Tienen su propia
visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. A las personas
sencillas, que se abren al mensaje de salvación, Jesús les hace tres llamadas.
En la primera se dirige a los que están cansados y agobiados. Son los que
sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y
doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. En la segunda llamada
nos invita a cambiar de yugo. El de los sabios y entendidos no es ligero; en
cambio el de Jesús es llevadero. Se centra en lo esencial: el amor que libera y
hace vivir. En la tercera, Jesús nos pide que aprendamos de él, que es manso y
humilde corazón. Se trata de vivir nuestra relación con Dios y con los demás en
espíritu y en verdad. Señor Jesús, concédenos la gracia de ser sencillos, para
acoger el Evangelio de nuestra salvación.
Miércoles, 30 de abril
de 2025. Jn 3, 16-21
TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO
El evangelio de hoy comienza con esta afirmación de Jesús:
"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida
eterna". Estamos ante un amor extraordinario y sumo, pues consiste en el
don máximo que el Padre nos puede dar. Entrega a su Hijo único en quien tiene
todas sus complacencias. Esta misma reflexión profunda se hace Pablo, pero
pensando en el amor de Cristo, que se entregó por él (Gál.2,20). El Padre envía
a su Hijo al mundo, para que todos tengamos la oportunidad de gozar de la vida
definitiva, se creemos en el Hijo. El Padre quiere que todos los hombres se
salven. El amor del Padre es tan sublime que "no mandó a su Hijo al mundo
para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él
no será juzgado; el que no cree y a está juzgado, porque no ha creído en el
Hijo único de Dios". El Mesías es el salvador; el cordero de Dios que
quita el pecado del mundo. Para alcanzar la salvación, es necesario creer con
todo nuestro ser en el Hijo, enviado por el Padre. Se trata de la entrega sin
reservas al Hijo. La condenación consiste en nuestra separación del Padre y de
su Enviado. "El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que
obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz,
para que se vea que sus obras están hechas según Dios". Jesús es en
persona la Luz verdadera que alumbra a todo hombre. Él es plenamente la Luz. La
luz es incompatible con las tinieblas. En consecuencia, la causa de la
condenación consiste en el hecho de haber amado más las tinieblas que la luz.
Los que obran perversamente detestan la luz, ya que ésta pone de manifiesto su
mal proceder. En cambio, el que vive en verdad con Dios, consigo mismo y con
los demás ama la luz. No tiene miedo de que sus acciones salgan a la luz. Los
discípulos de Cristo estamos llamados a caminar como hijos de la luz. Una luz
que hemos recibido encendida en el sacramento del Bautismo. Es fundamental que
cuando Dios nos llame junto a sí, nos encuentra con esta lámpara encendida.
Amor con amor se paga. Si tanto nos amó Dios, no tiene sentido caminar en las
tinieblas. Más todavía, hemos de ser en medio del mundo portadores de la luz de
Cristo.
Participa con tu comentario...
Publicar un comentario