JUEVES,
25 DE ABRIL DE 2024. Mc 16, 15-20
SAN MARCOS EVANGELISTA
Hoy
celebramos la fiesta San Marcos Evangelista. Al final del evangelio se nos
habla de la aparición del Resucitado a los Once. El Señor les dice: "Id al
mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado...". Este
mandato de predicar el Evangelio a toda creación nos está indicando que la
Buena Noticia es para todos. El Resucitado encomienda a los Apóstoles la tarea
de salir al mundo entero y comunicar el Evangelio. Como nos dice el papa
Francisco: "El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia
auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier
persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las
necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla.
Por eso, quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más
que reconocer al otro y buscar su bien. No deberían asombrarnos entonces
algunas expresiones de san Pablo. 'El amor de Cristo nos apremia' (IICor.5,14);
'¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!' (ICor.9,16)" (EG.n.9). Esto que
nos dice el papa Francisco está en plena consonancia con el Evangelio de hoy.
El Señor quiere que sus discípulos lleven la Buena Noticia de la salvación por
todo el mundo. Esto mismo es lo que realizó S. Marcos. Él supo transmitir en su
evangelio a Jesucristo, el Hijo de Dios. La Iglesia de hoy necesita con
urgencia salir a anunciar la alegría del Evangelio.
VIERNES,
26 DE Abril de 2024. Mt 5,13-16
FIESTA DE SAN ISIDORO
Hoy celebramos la
fiesta de san Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia. Discípulo y sucesor de su
hermano Leandro en la sede de Sevilla. Una persona muy erudita, convocó y
presidió varios concilios. Se esforzó con celo y sabiduría por la fe católica.
La primera lectura de la fiesta de este día nos habla del comportamiento de san
Pablo en Corinto y de la verdadera sabiduría. Lo que se nos dice en este trozo
de la primera carta a los Corintios, se puede aplicar a la persona y a la obra
de san Isidoro. Este santo sí era consciente de que su palabra y su predicación
no debían consistir en sabios y persuasivos discursos, sino más bien en una
demostración del poder del Espíritu. La fe del pueblo fiel debe fundarse
"no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios". No se trata de
una sabiduría de este mundo, sino "de una sabiduría divina, misteriosa,
escondida; una sabiduría que Dios destinó para nuestra gloria antes de los
siglos". Necesitamos pedir al Espíritu Santo el don de la sabiduría. Ésta
consiste en la atracción hacia el bien y hacia la verdad. El sabio es realmente
el que obra el bien y dice la verdad. Es el que sabe integrar en su persona la
práctica del bien y la proclamación y vivencia según la verdad. El mundo y la
Iglesia necesitan en estos momentos personas que vivan a fondo estas exigencias
de la sabiduría.
En el evangelio
correspondiente a la fiesta de san Isidoro, Jesús utiliza las comparaciones de
la sal y de la luz, para describir el comportamiento de sus discípulos. Jesús
nos dice: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa,
¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla fuera y que la pisen
los hombres". La sal sirve para salar. Cuando desempeña esta misión
desaparece. Hacer las cosas con mucha humildad. Si somos de verdad sal,
entonces podremos ser también luz. Por eso Jesús nombra primero la sal. Si no
somos tan humildes como la sal, seremos meros escaparates, pura apariencia. Nos
dice Jesús: "Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad
situada en la cima de un monte". Uniendo ambas imágenes, podemos hablar de
'la sal de la sabiduría'. Estamos ante una expresión clásica referida al
conocimiento sabroso de las cosas. La liturgia suele emplearla aplicándola a
los doctores de la Iglesia, como en este día a san Isidoro. Todo discípulo de
Jesús, llamado a evangelizar, debe hacerlo con sabor y con luminosidad. Los
discípulos son la sal que purifica y da sabor. Son a la vez la luz que se
expande, alumbra, ayuda a caminar sin tropiezos. Ven Espíritu Santo e infunde
en nuestros corazones la sal de la sabiduría, para que animados por Ti podamos
dar sabor y luminosidad a nuestro mundo.
SABADO,
27 DE ABRIL DE 2024. Jn 14,7-14
YO SOY EL CAMINO, LA
VERDAD Y LA VIDA.
En el Evangelio Jesús
habla del camino que va recorrer a sus discípulos; más todavía, les dice que
ellos ya saben el camino. Entonces Tomás le replicó: "Pero, Señor, no
sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le respondió: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede
llegar hasta el Padre, sino por mí". Jesús se define a sí mismo como el
camino, la verdad y la vida. De un modo especial desarrolla la metáfora del
camino, de auténtica inspiración bíblica, para revelar su identidad con el
Padre, y el único medio para llegar hasta el Padre. ¿De qué camino se trata? No
del camino por donde va a ir Jesús al Padre, sino del camino que deben seguir
sus discípulos. Jesús es nuestro camino para vivir nuestra relación filial con
el Padre. ¿Por qué Jesús es el camino para acceder al Padre? Porque es también
la verdad y la vida. Los caminos del Señor son verdad y vida. Ante estas
afirmaciones de Jesús, Felipe le dice a Jesús: "Señor, muéstranos al
Padre; esto nos basta. Jesús le contestó: Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y
aún no me conoces, Felipe? El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que
os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en
mí?". Las palabras de Jesús son palabras del Padre. Las obras de Jesús son
obras del Padre. Dos motivos para creer en la igualdad con el Padre. Señor,
hace tiempo que estamos contigo y aún no te conocemos del todo. Danos, el
Espíritu para que te vayamos conociendo con mayor profundidad.
DOMINGO,
28 DE ABRIL DE 2024. Jn 15, 1-8
"LA VIDA
VERDADERA"
Celebramos hoy el V
domingo de Pascua. En la primera lectura (Hech.9,26-31) Pablo, en Jerusalén,
ante la desconfianza de los primeros cristianos, procura acercarse y les cuenta
su experiencia de encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco. La
primera carta de Juan (IJn.3,18-24) hace un llamamiento apremiante al amor
sincero de unos hacia otros. Si creemos en Cristo y guardamos sus mandamientos
conseguiremos lo que pedimos. Su mandamiento es éste: que creamos en Él y nos
amemos mutuamente. En el Evangelio (Jn.15,1-8) Jesús se manifiesta como "la vida verdadera" y señala al Padre como el
labrador. Nosotros somos los sarmientos que, si queremos tener vida, hemos de
estar unidos a la Vid. Todo sarmiento unido a Jesús tiene que estar vivo,
lozano y pujante para dar fruto y no defraudar las esperanzas y desvelos del
Viñador. Si el sarmiento obstaculiza la savia generosa que le envía la cepa, el
labrador lo corta, lo que busca es el fruto y no las apariencias. Quiere
sarmientos generosos, portadores de racimos abundantes. El cristiano no puede
guardar la vida recibida de Dios de una forma narcisista, solipsista e
infecunda. Sin la unión del sarmiento con la vid es imposible dar fruto. Se
trata, por tanto, de permanecer unidos al Señor Jesús, Vid verdadera.
Permanecer en Jesús es cumplir sus mandamientos y vivir su misma vida.
LUNES,
29 DE ABRIL DE 2024. Mt 11,25-30
HAS ESCONDIDO ESTAS COSAS A LOS SABIOS
En el Evangelio de la
Eucaristía de hoy (Mt.11,25-30) se recoge esta exclamación de Jesús: "Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre,
así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo, más que e Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis y agobiados, y yo os
aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera". Ante la recepción de su mensaje sobre el Reino, Jesús
establece dos grupos de personas: los sabios según el mundo y los sencillos de
corazón. Los que se creen muy entendidos cierran el oído del corazón a las
palabras del Señor. Para acoger el mensaje de salvación del Señor es necesario
ser sencillos de corazón. Jesús da gracias al Padre, porque solo los humildes
aceptan en sus vidas la alegría del Evangelio. Jesús es un conocedor
extraordinario del corazón del ser humano. Nos conoce por dentro. Por eso, nos
invita a ir junto a Él, porque en Él encontramos el descanso auténtico. Durante
su vida pública cuidó los momentos de intimidad con los suyos. En medio de
tantos asuntos que traemos entre manos, nos hace falta como agua de mayo, el
descanso en el corazón manso y humilde de Jesús. Gracias, Señor Jesús, que
siempre nos acoges cuando buscamos el descanso y el consuelo en Ti.
MARTES,
30 DE ABRIL DE 2024. JN 14,27-31
LA PAZ OS DEJO, MI
PAZ OS DOY
En la cena de
despedida, Jesús hace a sus discípulos, y en ellos a la Iglesia de siempre, un
regalo único: su paz. Dijo a sus discípulos: "La
paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo". El
regalo de la paz, que Jesús deja a sus discípulos, es el conjunto de bienes
mesiánicos, prometidos por los profetas. Esta paz comenzó con el
cántico-anuncio de los ángeles sobre las majadas de Belén (cfr.Lc.2,14). Y
tendrá su cumplimiento pleno después de la resurrección del Crucificado (cfr.
Jn.20,19.21). Jesús habla de 'mi paz', porque es y será una paz conquistada a
precio de su sacrificio personal en la cruz. Se trata de una paz que restablece
nuestra comunión con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con toda la
creación. Es la paz del diálogo y del entendimiento. A continuación, Jesús
anima a sus discípulos con estas palabras: "Que no tiemble vuestro corazón
ni se acobarde. Me habéis oído decir: Me voy y vuelvo a vuestro lado...".
Jesús es consciente de que se acerca su muerte. Pero vuelve al Padre con la
misión cumplida. Se aproxima el tiempo del silencio. Las palabras van a dejar
paso a los hechos en la vida de Jesús. Llega el momento de la acción, de la oración,
de vivir en unión con el Padre la pasión para que le ayude a cumplir su
voluntad.
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