Lunes, 4 de agosto de 2025. Mt 14, 13-21
"COMIERON TODOS HASTA QUEDAR SATISFECHOS"
El comportamiento de Jesús no es fanático ni fatalista. Al conocer la muerte violenta de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca. Esto obedece a un llamamiento que le conduce hacia metas todavía no logradas al servicio de su pueblo. "Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos, a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo traédmelos". Entonces Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. "Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres sin contar mujeres y niños". Jesús, movido a compasión, comienza por curar a los enfermos y seguidamente da de comer a toda la multitud. Lo poco compartido fue suficiente hasta sobrar. Es importante el hecho de que esta comida se ofrezca a una muchedumbre heterogénea. Es para todos. Desde nuestra perspectiva cristiana, el hecho de la multiplicación de los panes es un signo de la Eucaristía. Esto ya estaba muy presente en la memoria de los primeros cristianos. Señor Jesús, aviva nuestra fe en el misterio de la Eucaristía como nuestro alimento fundamental. Mientras peregrinamos por este mundo, necesitamos estar bien alimentados con el Pan de los fuertes. Esta Pan eres Tú mismo en persona. Así nos lo dices: "Yo soy el Pan de vida".
Martes, 5 de agosto de 2025. Mt 14, 22-36
"REALMENTE ERES HIJO DE DIOS"
Después de saciar a la gente con la multiplicación de los panes y los peces, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Luego, Jesús subió solo al monte a orar. Ya de noche él estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, pues el viento era contrario. Ya de madrugada, "se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo: ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua. Él le dijo: Ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: Señor, sálvame. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: Realmente eres Hijo de Dios". Jesús tiene que forzar a sus discípulos a que subieran a la barca y a que partieran sin él. Ellos no deben quedarse en la orilla del aplauso. La oración solitaria de Jesús sigue o precede a los actos importantes de Jesús. La barca donde van los discípulos se halla sacudida por las olas, porque el viento era contrario. El evangelista concentra el relato en la persona de Jesús, cuyos discípulos van a descubrir nuevamente, en el esfuerzo y la duda, su autoridad soberana y su voz apaciguadora. La oscuridad y el miedo hacen confundir a los discípulos la aparición de Jesús con un fantasma. Pedro es la persona que confunde el entusiasmo un poco presuntuoso con la fe, y no debe su salvación más que a un gesto salvador de Jesús, como le hace observar el Maestro. Pedro representa aquí la imagen viva del creyente que no debe confiar únicamente en su fuerza, sino en la fuerza salvadora del Señor. Una vez que Jesús y Pedro suben a la barca, los discípulos se postraron ante Jesús y confiesan que él es realmente Hijo de Dios. La barca es la figura de la Iglesia que en diversas circunstancias se siente zarandeada y maltratada. Ahora bien, el Señor Jesús que va dentro de la barca, será siempre su Salvador hasta el final de los tiempos.
Miércoles, 6 de agosto de 2025. Lc 9, 28b-36
TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor. La Palabra de Dios nos recuerda este acontecimiento. El Evangelio nos dice que "Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blanco. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén". Acompañado de los tres apóstoles, Jesús subió a lo alto de la montaña. El evangelista relaciona la transfiguración con la oración. Mientras oraba su rostro se transformó y sus vestidos resplandecían de blancos. El contenido del diálogo con Moisés y Elías es la pasión y muerte que Jesús iba sufrir en Jerusalén. El evangelista concreta el momento en que Pedro interviene, a saber, antes de que la nube los cubra y cuando Moisés y Elías se separan de Jesús. Mientras estos se alejaban, "dijo Pedro a Jesús: Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía". El Apóstol no se daba cuenta del estado sobrenatural del representante de la Ley (Moisés) y de los profetas (Elías). Desconocía, además, que Jesús tenía que irse para padecer. Todavía estaba hablando Pedro, "cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de los que habían visto". La voz del cielo presenta a Jesús como el Hijo escogido, al que es necesario escuchar. La trasfiguración de Jesús es para robustecer la fe de sus discípulos ante la próxima pasión y muerte de Jesús en la cruz. Con los ojos de la fe hemos de contemplar al Señor Jesús en cada página del Evangelio. De este modo estaremos prontos a escucharle.
Jueves, 7 de agosto de 2025. Mt 16, 13-23
"¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?"
Una vez que llega a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: ¡Dichoso tú, Simón, ¡hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, el poder del infierno no la derrotará...Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías". Comienza Jesús preguntando a los discípulos sobre la opinión pública acerca de su persona. En la respuesta de los discípulos sorprende ante todo la variedad de opiniones que circulan a propósito de Jesús. Ahora bien, esta multiplicidad reviste una unidad típicamente judía y bíblica: nadie cree que Jesús es una personalidad excepcional desvinculada de la historia del pueblo de Israel. En un segundo momento, prescindiendo de los rumores que corren entre la gente, Jesús pregunta a los discípulos qué dicen ellos. Pedro, en nombre de los otros apóstoles, proclama a la vez la mesianidad de Jesús y su divinidad: Hijo de Dios vivo. La expresión 'Dios vivo' aparece como oposición a la impotencia de los ídolos mudos. El presente relato evangélico nos permite que cada uno en concreto se pregunte con valentía y serenidad: ¿Quién es Jesús para mí? Estamos ante una pregunta comprometida y que debemos revisar con frecuencia. Quien sea Jesús para mí lo expresan no mis palabras, sino mi forma de pensar y sobre todo mi modo de vivir cada día. Al final del día, a modo de completas, preguntémonos: ¿Quién ha sido hoy Jesús para mí?
Viernes, 8 de agosto de 2025. Mt 16, 24-28
"EL QUE QUIERA VENIRSE CONMIGO..."
Dirigiéndose a sus discípulos, Jesús les dijo: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto al Hijo del hombre con majestad". Jesús habla con sus discípulos de las exigencias del seguimiento. El hace una llamada al que quiera libremente seguirle. Ya existen personas que le están siguiendo, pero que todavía no miden exactamente el alcance de su caminar tras los pasos de Jesús. Se trata de un aviso dirigido a los discípulos que siguen a Jesús, para que estén atentos al hecho de que su maestro va a ser rechazado y ridiculizado por su pueblo y que, por lo mismo, deben prepararse si quieren serle fieles, para arriesgarse a darse del todo. De ahí la paradoja lanzada por Jesús: El discípulo salva la vida al abandonar a Jesús en el camino de la cruz y, por el mismo hecho, no tener parte en la salvación que trae. Por el contrario, el discípulo que pierde su vida, es decir la arriesga del todo para permanecer con Jesús, la encuentra. No se trata, sin embargo, de aceptar el sufrimiento por el sufrimiento, sino por el Evangelio. En este mundo de tanta indiferencia religiosa y a veces hasta hostil a la fe cristiana, lo fundamental es dar testimonio de Jesucristo aquí y ahora. Señor Jesús, enséñame a seguir de cerca tus huellas. Tú, que eres el Camino, muéstrame tus sendas.
Sábado, 9 de agosto de 2025. Mt 25, 1-13
SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ: PATRONA DE EUROPA
En aquel tiempo, "dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ¡Que llega el esposo, salid a su encuentro! Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. Pero las prudentes contestaron: Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos. Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".
Hoy celebramos la fiesta de Santa teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) Virgen carmelita descalza, Patrona de Europa. Nació en Wroclaw (Polonia, entonces Prusia) el 12-X-1891. Sufre el martirio en Auschwitz el 9-VIII-1941. Hija de una familia numerosa judía. Gran buscadora de la verdad como filósofa. Se convierte a la fe cristiana, tras la lectura del libro de la Vida de Santa Teresa. Dice ella en su diario: "Cuando recibí el bautismo, en el año nuevo de 1922, pensé que aquello era sólo una preparación para mi ingreso en la orden". El 14 de octubre entra en la Orden del Carmen. Sufre el martirio en el Holocausto de Auschwitz. En esta mujer se cumplen del todo las palabras del Evangelio de hoy. Una mujer valiente que supo dar la cara por el Señor Jesús, hasta el martirio.
Domingo, 10 de agosto de 2025. Lc 12, 32-48
TENED CEÑIDA LA CINTURA Y ENCENDIDAS LAS LÁMPARAS
Hoy es domingo, el día del Señor. La Carta a los Hebreos nos habla de esta realidad, cuando nos dice: "La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. Por ella obtuvieron nuestros antepasados la aprobación de Dios". Estas palabras nos resultan muy conocidas. El autor de este sermón nos habla de una definición impersonal de fe y la pone en relación con la esperanza. Una fe así la vivieron muchas personas en el Antiguo Testamento. Entre ellas destaca Abrahán que obedeció "a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba...". Nosotros le reconocemos como nuestro padre en la fe. Estamos ante un prototipo de persona creyente. Ahora bien, ninguna de estas personas del Antiguo Testamento alcanzó lo prometido; "pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra". Queda patente la continuidad entre la fe del Antiguo Testamento y la cristiana. Todo forma parte del único plan de Dios, todo está centrado en Cristo. Es decir, todo se cumple en el mundo por medio de la fe de los justos que reconocen la sabiduría y la bondad de Dios, y aceptan que intervenga en su vida por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo. El Evangelio nos muestra un camino para vivir con sentido nuestra fe. Así se los indica Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor venga de la boda, para abrirle apenas venga y llame...". Los llamados por Jesús han de estar siempre alerta, en vela, pendientes de la voluntad de Dios. Por el bautismo hemos recibido el don de la fe. Tal regalo es necesario acogerlo todos los días y vivirlo con ilusión y prontitud.
Lunes, 11 de agosto de 2025. Mt 17, 22-27
…LO MATARÁN, PERO RESUCITARÁ AL TERCER DÍA
Durante el recorrido de Jesús y sus discípulos por Galilea, éste les dijo: "Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día. Ellos se pusieron muy tristes". Por segunda vez, Jesús predice ante sus discípulos su pasión, muerte y resurrección. Esta predicción produjo en sus discípulos una gran tristeza. Ellos apreciaban mucho al Maestro. Además, los discípulos estaban influenciados por un falso concepto del Mesías. Concebían al Mesías como alguien que tiene poder político. Según este modo de entender la persona y la misión del Mesías, no se comprende que éste tenga que ser entregado y morir. Al llegar a Cafarnaún, "los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: Sí”. En tiempos de Jesús, en cada ciudad, existían recaudadores de este tributo. Estos son los que se acercaron a Pedro, ya porque Jesús se hospedaba en la casa de Pedro, ya porque reconocían en él al más significado entre los discípulos. La respuesta de Pedro es terminante. Pone de manifiesto que en años precedentes Jesús había pagado el impuesto. Al llegar Pedro a casa, antes de que propusiese a Jesús el asunto del tributo, se le adelantó el Maestro y le propuso esta pregunta: "¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos". Este tributo del templo era en obsequio de Dios, luego no obligaba a su Hijo natural, Jesús. Sin embargo, para no escandalizarlos, Jesús manda a Pedro que pague el tributo por los dos. Jesús, por tanto, sí paga, el tributo. Cumple con este deber.
Martes, 12 de agosto de 2025. MT 18, 1-5.10.12-14
¿QUIÉN ES EL MAYOR EN EL REINO DE LOS CIELOS?
En aquel momento, "se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el mayor en el Reino de los cielos? Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños. porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos al rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de mi Padre que está en los cielos que se pierda ni uno de estos pequeños". En varias ocasiones los discípulos se muestran preocupados por alcanzar un lugar destacado en el Reino. Ellos todavía no han descubierto el genuino significado del Reino. A la pregunta de los discípulos acerca de quién es el mayor en el Reino de los cielos Jesús responde con un gesto profético. Para calar en profundidad este gesto, es importante saber que los niños no tenían en tiempo de Jesús ninguna capacidad de decisión o de influencia en los mayores. En aquel entonces los niños y las mujeres no tienen relevancia social. Jesús coloca la indigencia de un niño frente al deseo de poder y de prestigio que revela la pregunta de sus discípulos. El gesto de Jesús va acompañado de dos enseñanzas. En la primera de ellas Jesús invita a los discípulos a hacerse semejante a los niños para poder entrar en el Reino. Hacerse como un niño significa despojarse de los deseos de dominio y de poder. En la segunda enseñanza Jesús nos invita a acoger a los que se hacen como niños. Acogerles a ellos es acoger al mismo Cristo. Estas enseñanzas de Jesús han de ser para nosotros como una llamada a la conversión. Lo que cuenta de verdad en el Reino es la actitud humilde y sencilla ante Dios. Vivir la infancia espiritual no significa ser infantil, sino hacernos pequeños y sencillos como los niños que confían en su padres. Termina el relato con la parábola de la oveja descarriada. En ella aparece destacada la actitud del pastor solícito que es capaz de abandonar todo el rebaño por una sola oveja. También sobresale la enorme alegría que experimenta el pastor al encontrar la oveja descarriada. Señor Jesús, que nuestra vida sea un signo de sencillez, de humildad y de acogida sincera a los demás.
Miércoles, 13 de agosto de 2025. Mt 18, 21-19,1
LA CORRECCIÓN FRATERNA
En aquel tiempo, "dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". En este texto evangélico nos encontramos con una realidad importante en la vida comunitaria. Se trata de la corrección fraterna. No se habla ya de los pequeños, que se hacen como niños, sino de los hermanos y de cómo actuar si surgen los conflictos en el seno de la comunidad. La exhortación comienza con el enunciado de un caso: 'Si tu hermano peca contra ti'. En el fondo estamos ante una falta contra la comunidad. ¿Cómo perdonar, cómo recorrer el camino de la reconciliación? Se trataría de aplicar la parábola de la oveja descarriada. Veamos. Estamos ante un hermano que se ha distanciado de la comunidad y es necesario emplear los recursos necesarios para que vuelva. ¿Cómo ir en búsqueda del hermano? Tal búsqueda ha de realizarse con respeto y amor. Primero en privado, a fin de no ponerle en evidencia ante la comunidad. Si no hace caso es necesario mostrar su falta en presencia de testigos. Finalmente, como último recurso, es necesario reunir a la comunidad que, en caso de obstinación, tendrá que reconocer con dolor la situación en que tal hermano se ha colocado por sí mismo. A continuación, se recogen en el texto tres palabras de Jesús. La primera confiere a la comunidad local la capacidad de decidir en cuestiones disciplinares: 'Atar y desatar'. En la segunda se habla de la oración de la Iglesia. Los discípulos, reunidos en el nombre de Jesús, son escuchados por el Padre. La tercera palabra nos habla de la presencia de Jesús en medio de su Iglesia. Señor Jesús, que vivamos a fondo el misterio de la Iglesi
Jueves, 14 de agosto de 2025. Mt 18, 21-19,1
EL PERDÓN DE LAS OFENSAS
En el Evangelio de hoy (Mt.18,21-19,1) se recogen una sentencia de Jesús y una parábola. Una vez más, "se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete..." A raíz de la pregunta de Pedro y la sentencia de Jesús, éste expone la parábola del hombre agraciado, pero sin entrañas de misericordia. El judaísmo rabínico conocía la idea del perdón fraterno, pero dentro de un sistema legalista. Se discutía sobre el número de perdones legítimamente otorgados. Con frecuencia se proponía el número cuatro como cifra máxima; Cuando Pedro pregunta si debe perdonar hasta siete veces, piensa haber dado un gran paso hacia su maestro. Jesús habla de un perdón sin límites. Para ahondar en ello, Jesús cuenta la parábola del hombre agraciado, pero que no fue capaz de perdonar una deuda pequeña a un hermano. Esta parábola sirve conclusión a las instrucciones sobre la vida comunitaria. Según la parábola, el criado debe una suma enorme. No pide verdaderamente perdón, pues promete hacer frente algún día a su deuda. El rey concede a su criado más de lo que éste le pide: le perdona la deuda. El comportamiento del criado perdonado con su compañero de servicio es tan desconcertante como el de su dueño. El señor, al conocer esto, se indignó, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Y termina la parábola con estas palabras de Jesús dirigidas a todos nosotros: "Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano". En la parábola se quieren destacar dos aspectos en la vida del cristiano: la gratuidad absoluta del perdón divino, merced a la cual hemos entrado en la comunidad eclesial, y la exigencia solemne del perdón fraterno, cimiento indispensable de la comunidad cristiana. Señor Jesús, enséñanos a perdonar siempre de corazón a los hermanos.
Viernes, 15 de agosto de 2025. Lc 1, 39-56
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo. Las lecturas bíblicas pertenecientes a la Eucaristía de esta solemnidad nos sitúan en profundidad ante el significado de la Asunción de María. La primera lectura, tomada del libro del Apocalipsis, 12 nos habla de la Madre Celeste, que ha dado a luz al Salvador y que espera compartir su victoria. La segunda lectura (ICor. 15,20-26) nos habla del triunfo definitivo de Jesucristo sobre la muerte. Nosotros creemos que, por el misterio de la Asunción, María ya ha participado del todo en el triunfo de su Hijo. El Evangelio nos presenta la escena de la Visitación de la Virgen a su pariente Isabel (Lc.1,39-56). María, después de pronunciar su 'Sí' al plan de Dios sobre Ella, se pone en camino para ponerse al servicio de su pariente Isabel que estaba encinta. En casa de Isabel, María prorrumpe en el cántico del Magnificat. ¿Cuál es el contenido esencial de esta verdad de fe definida? Pío XII declaraba con estas palabras solemnes el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma al cielo, el 1 de noviembre de 1950: "Finalmente, la Virgen inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma al cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte" ('Munificentissimus Deus'). En esta definición dogmática se quieren proclamar varias realidades: Sentido nuevo de la vida y del dolor. Sentido de esperanza y de futuro: no todo se acaba con el tiempo. Se cruzará el dintel de la temporalidad, y se pasará a una situación nueva de eternidad. María, llevada al cielo, es la imagen de la Iglesia escatológica. María es arquetipo de la Nueva Humanidad. María, en su Asunción, es aliento para una lucha por la verdad, por la justicia, por la realización plena del reino del amor, por la paz y por la felicidad definitiva.
Sábado, 16 de agosto de 2025. Mt 19, 13-15
LE ACERCARON UNOS NIÑOS A JESÚS PARA QUE LES IMPUSIERA LAS MANOS Y REZARA POR ELLOS
Jesús impone las manos a unos niños. En efecto, "le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos. Les impuso las manos y se marchó de allí". Estamos ante una narración breve, pero muy significativa. Es como un comentario en escena de las palabras que sobre los pequeños dijo al principio del capítulo anterior (Mt.18,2). Con toda seguridad, serían las madres las que presentan a sus hijos pequeños, para que Jesús les imponga las manos y rece por ellos. Existía entre los judíos una antigua costumbre de presentar a los niños a los hombres santos y venerables, para que les bendijesen y orasen sobre ellos (cfr. Gén.48,13-15). Por su parte, los discípulos, ya fuese por la muchedumbre de los niños, ya porque creyesen que molestaban al Maestro o que no merecía la pena que se detuviese en atender a los ruegos de sus madres, comenzaron con palabras duras, acompañados de gestos enérgicos, a alejarles de la presencia de Jesús. Éste les dice que no se interpongan, porque es justamente con los pequeños, con los que imitan la sencillez y la humildad de los niños, con los que quiere vivir los valores del reino. Accediendo Jesús a las súplicas de quienes les presentaban los niños les impuso las manos. ¡Cuánto hemos de cuidar el llevar los niños hasta Jesús! Es necesario no descuidar la catequesis a todos los niveles. La comunidad eclesial ha de volcarse en esta tarea pastoral. Se trata de presentar a los niños la persona y la obra del Señor Jesús. Todo el esfuerzo que se haga en este sentido es poco. Vivimos circunstancias difíciles, en las que a muchos niños ya no se les habla de Jesús en sus casas.
Domingo,17 de agosto de 2025. Lc 12, 49-53
HE VENIDO A PRENDER FUEGO EN EL MUNDO
Los cristianos reconocemos que el domingo es nuestra Pascua semanal. En este día actualizamos de un modo muy especial la resurrección del Señor. En el Evangelio de este domingo se nos habla de las exigencias de la fe. A este respecto, dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida...". Jesús se presenta como alguien ante el cual es necesario decidirse. Con él ha llegado el momento de las decisiones. Ya no caben las neutralidades. El fuego de la lucha ha de recaer primero sobre Jesús. El va delante por el camino de la entrega hasta el extremo en la cruz. El bautismo tiene aquí sentido figurado y simboliza toda la pasión y agonía de Jesús en la cruz. Jesús no ha venido a traer la paz en el sentido material de la palabra, en cuanto excluye el padecimiento en la tierra. Al contrario, la confesión de Cristo encontrará en ocasiones oposición en el seno de la familia. En este mismo del Evangelio, nos dice la Carta a los Hebreos: "Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios". Estamos viviendo el Año de la Fe. El creyente es alguien que en medio del mundo corre la carrera que le toca en medio de una nube de espectadores. Lo hace con los ojos fijos en Jesús que está al inicio de nuestra fe y la completa. Cuando surgen, las pruebas no hacen más que ofrecer la ocasión para una unión más real con el sacrificio de Cristo. En vez de provocar el desaliento, lo que hacen es reforzar nuestra fe.
Lunes, 18 de agosto de 2025. Mt 19, 16-25
"¿QUÉ ME FALTA?".
En aquel tiempo, "se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico". Un joven se acerca a Jesús buscando una respuesta a su inseguridad. Estamos ante un pasaje muy elaborado en el que se entrelazan diversos temas: la búsqueda de la vida eterna, las exigencias del seguimiento y el peligro de las riquezas. Es un joven que reconoce a Jesús como maestro y le plantea la siguiente cuestión: ¿Qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Lo que busca esta persona es adquirir la vida eterna. Jesús le hace una propuesta más dinámica: Si quieres entrar en la vida, y le va guiando en esta búsqueda. El primer paso consiste en cumplir los mandamientos, cosa que el joven ha cumplido. El segundo paso consiste en venderlo todo, dárselo a los pobres y seguirle a él. La respuesta del joven ante estas exigencias es negativa. Aquella persona no entendió que seguir a Jesús garantiza la vida plena en este tiempo y en el futuro. No fue capaz de desprenderse de sus bienes. En realidad para él son más poderosas sus muchas riquezas y la seguridad del grupo familiar que el deseo de alcanzar la vida. El joven rico se marchó entristecido. Preguntémonos con sinceridad dónde está nuestro corazón. ¿Cuál es nuestro tesoro? Donde está nuestro tesoro, allí está nuestro corazón. Señor Jesús, Tú eres nuestra auténtica riqueza, nuestro tesoro.
Martes, 19 de agosto de 2025. Mt 19, 23-30
PARA LOS HOMBRES ES IMPOSIBLE; PERO DIOS LO PUEDE TODO
La escena del encuentro de Jesús con el joven rico, y su negativa a seguir a seguir a Jesús por el camino de una mayor perfección, da ocasión a Jesús para decir a sus discípulos: "Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios. Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo". Jesús había propuesto al joven rico la pobreza voluntaria como un consejo para los que aspiren a la perfección, sobrentendiendo claramente que para salvarse no hace falta llegar a este extremo, sino que basta cumplir los mandamientos. Con todo, existe una pobreza a la que son llamados todos los que quieran alcanzar la vida eterna. Se trata de la pobreza de espíritu, es decir, el despego de las riquezas, no poner nuestro corazón en ellas. Esta pobreza afectiva es de precepto, mientras que la efectiva voluntaria es de consejo. Sin embargo, de hecho, ¡qué difícil es que la persona que abunda en riquezas tenga un corazón despegado ellas! Jesús muestra con toda claridad esta dificultad. Los discípulos, conocedores de que la mayor parte de los hombres están dominados por la sed de riquezas, manifiestan su admiración ante la enseñanza de Jesús. Éste les advierte que la naturaleza humana, abandonada a sus propias fuerzas, no puede superar los obstáculos que las riquezas ponen en el camino para la salvación, pero la gracia de Dios lo puede todo. Pedro, en nombre de los apóstoles, le dijo a Jesús: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?". Jesús anuncia a sus discípulos el premio singular que les está reservado. En general, hay que afirmar con toda verdad que el Señor no se deja ganar nunca en generosidad con aquellos que, de algún modo, permiten que Dios sea Dios en su existencia.
Miércoles, 20 de agosto de 2025. Mt 20, 1-16
MUCHOS PRIMEROS SERÁN ÚLTIMOS Y MUCHOS ÚLTIMOS SERÁN PRIMEROS
El Evangelio que hemos proclamado ayer en la Eucaristía terminaba con esta sentencia de Jesús: "Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros". La parábola de los obreros de la viña, que hoy proclamamos en la Santa Misa, viene a ser como una explicación de dicha sentencia de Jesús. En efecto, Jesús dijo a sus discípulos: "El Reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana...Salió de nuevo hacia medio día y a media tarde...Salió al caer la tarde...Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros". A tenor de la parábola evangélica, el 'propietario' llama a los obreros a su viña a distintas horas de la jornada. Dios quiere que todos trabajemos en su viña. La misión de la Iglesia urge a todos y a cada uno de los bautizados. La edificación del 'Cuerpo de Cristo' nos incumbe a todos. Cada cual desde su propia vocación, ha de colaborar en el apostolado de la Iglesia. El dueño de la viña no excluye a nadie. En la Iglesia todos somos necesarios. Al terminar el día, el dueño de la viña dio orden a su administrador de pagar a los obreros, pero con esta particularidad, que había de comenzar por los que habían ido al trabajo a última hora y que les había de pagar un denario lo mismo que a los primeros. ¿Cómo entender esto? Jesús invitó en primer lugar a los judíos a entrar en el Reino, no solo por medio de su predicación, sino también por los antiguos patriarcas y profetas, que con su vida y enseñanzas venían preparando a aquel pueblo a recibir al Mesías y tomar parte en el Reino. El pueblo de Israel en general no aceptó esta invitación por su incredulidad. Llamó por último a los gentiles que aceptaron el mensaje de Jesús. De este modo se cumplen estas palabras de Jesús: "Así los últimos serán los primeros y los primeros últimos".
Jueves, 21 de agosto de 2025. Mt 22, 1-5-8-14
EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN REY QUE CELEBRABA LA BODA DE SU HIJO
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a lo convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos". En el Antiguo Testamento, la alianza de Dios con su pueblo se representa frecuentemente bajo la imagen de un matrimonio místico, que lleva consigo amor mutuo y fidelidad. La misma imagen aplican los autores del Nuevo a la alianza de Dios con la Iglesia fundada por Jesucristo. La unión de Cristo con su Iglesia es como la unión matrimonial entre el esposo y la esposa. Los convidados rechazaron la invitación. De una forma más apremiante, el rey volvió a mandar criados, porque los pormenores del banquete están ya preparados. Los invitados tampoco hacen caso a esta segunda llamada, unos se fueron a sus fincas, otros a sus negocios, y, lo que es más grave, los demás se apoderaron de los criados y, después de llenarlos de injurias, les mataron. El rey castigó a aquellos homicidas. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se lo merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. la sala del banquete se llenó de comensales". ¿Cuál es le mensaje de esta parábola? Los invitados una y otra vez al banquete de los bienes mesiánicos son los judíos, que no solo no obedecen y rechazan la invitación, sino que insultan, maltratan y aun dan muerte a los que Dios mandó predicarles. Ocuparán su puesto los pueblos gentiles.
Viernes, 22 de agosto de 2025. Lc 1, 26-38
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA REINA
El Evangelio nos sitúa en la escena de la Anunciación (Lc 1,39-56). Este texto pone de relieve la presencia de Dios en María y la respuesta creyente de la que será Madre de Dios. La segunda lectura (1Cor 15, 20-27a) nos habla del triunfo de Dios sobre la muerte, por medio de Cristo resucitado. El misterio de María se expande y expresa del todo en su muerte y en su pascua, es decir por su Asunción en cuerpo y alma a los cielos. El concilio Vaticano II, al hablar de la Virgen María después de la Ascensión del Señor Jesús, nos dice: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (cfAp 19,16) y vencedor del pecado y de la muerte" (LG. n.59). La Virgen María es realmente nuestra madre en el orden de la gracia (cf LG 61). "Pues asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor se cuida de los hermanos de sus Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada" (LG n.62). Encomendémonos, pues, diariamente a la protección nuestra Madre, asunta en cuerpo y alma a los cielos.
Sábado, 23 de agosto de 2025. Mt 23, 1-12
"...ELLOS NO HACEN LO QUE DICEN"
Dirigiéndose a la gente y a sus discípulos, Jesús dijo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente...Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, y todos vosotros sois hermanos...El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Jesús no ataca la doctrina farisea en sí misma; se coloca entre el pueblo y sus jefes tradicionales para discutir la autoridad de los segundos sobre el primero. Jesús manda obedecer las enseñanzas de los escribas y fariseos; pero los critica, porque no son consecuentes. Existe un divorcio entre lo que enseñan y lo que hacen. Son realmente incoherentes. Además, todo lo que hacen es para que los vea la gente. Actúan por ambición y vanidad. Después de describir el comportamiento de los fariseos y escribas, Jesús presenta la comunidad cristiana como una fraternidad que tiene un Padre común. Los discípulos de Cristo son de verdad hermanos. Al culto de las altas dignidades del judaísmo se contrapone la fraternidad sin distinciones de los cristianos. Según esto, el más importante es el que más y mejor sirve. En la Iglesia no hay más ministerio que el del servicio. Para entender y vivir a fondo esta realidad, es imprescindible una conversión a la humildad y a la generosidad. El camino a seguir es siempre el emprendido por el mismo Jesús que no vino a ser servido, sino a servir y dar la vida en rescate por muchos. He aquí el culto en espíritu y en verdad (Jn.4).
Domingo 24 de agosto de 2025. Lc 13, 22-30
SE SENTARÁN A LA MESA EN EL REINO DE DIOS
Hoy es domingo, el día del Señor. Yendo Jesús de camino hacia Jerusalén, uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán". La pregunta sobre el número de los que se salvan inquietaba a los judíos de entonces. Jesús no responde teóricamente a la pregunta. La respuesta es más bien práctica. Jesús aconseja la lucha y el esfuerzo para alcanzar la vida eterna. Es lo básico que tiene que decirnos a este respecto. Jesús no se detiene nunca en darnos cifras concretas. La dificultad de la salvación aparece descrita con la imagen de la puerta estrecha. Es necesario abrirnos a la gracia de Dios, para que con su ayuda respondamos diariamente a la llamada de Dios. Jesús sigue afirmando: "Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos; y él os replicará: No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados". La imagen de la puerta estrecha se cambia por la de la puerta cerrada, por donde ya no se puede entrar. La situación es la propia de una sala de un banquete, símbolo de la vida eterna. Los que están fuera son los judíos contemporáneos de Jesús. Él no reconoce a los que sólo hablan, pero no llevan una vida coherente con lo que creen. "Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos". Los judíos se pagaban de su descendencia de Abrahán, que ahora no les vale. En su lugar entrarán gentes de otras razas y culturas. Dios quiere que todos los hombres se salven. El Señor Jesús ha abierto la puerta de la salvación a todos los hombres. Por nuestra parte es necesario acoger el don de la salvación, mediante una vida de acuerdo con nuestra fe. En este sentido, los gentiles eran los últimos respecto al pueblo de Dios. Ahora los últimos son los judíos que no aceptan al Señor Jesús.
Lunes, 25 de agosto de 2025. Mt 19, 16-22
"AY DE VOSOTROS....".
En aquel tiempo, "Jesús dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la gehenna el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él". Jesús se dirige directamente a los escribas y fariseos. Las acusaciones de que consta este pasaje comienzan con la misma fórmula: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! (excepto Mt 23,16: ¡Ay de vosotros guías ciegos!). Con estas fórmulas tan duras, Jesús condena el proceder de los escribas y fariseos. La primera de las imprecaciones pone de manifiesto la dureza de su corazón que les impide abrir el Reino de Dios a todos. La segunda se refiere a las injusticias con las que pisotean la dignidad de los pobres. En la tercera imprecación se alude al hecho de agobiar las conciencias de los sencillos. La cuarta es por creerse guías de los demás sin saber conducir hacia Dios su propia existencia. Varias veces reciben el apelativo de 'ciegos'. Su ceguera consiste en no saber distinguir lo importante de lo secundario. Esto adquiere una importancia , pues ellos tienen la misión de guiar al pueblo. Entre ellos lo secundario (el oro del santuario y la ofrenda) había suplantado lo principal (el mismo santuario, el altar). Además, los juramentos que obligan son, según ellos, los que se hacen sobre cosas que pueden reportarles algunos beneficios. Señor Jesús, que sigamos siempre el camino que tú nos señalas, porque es el que nos lleva a la salvación.
Martes, 26 de agosto de 2025. Mt 23, 23-26
"¡AY DE VOSOTROS, ESCRIBAS Y FARISEOS HIPÓCRITAS…
EL Evangelio de hoy recoge estas duras palabras de Jesús dirigidas a los escribas y fariseos: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros!". Jesús fustiga con dureza el vicio de la hipocresía presente en el comportamiento de los escribas y fariseos. Las palabras de Jesús son, a la vez que maldiciones por su perversa conducta, amenazas del castigo divino que les espera y última amonestación a convertirse de su vida pecaminosa. Los escribas y fariseos con su ejemplo, con sus enseñanzas y con sus amenazas, no sólo alejaban a la muchedumbre de Jesús y de su mensaje, sino que aun hacían imposible la observancia de la ley con sus inútiles e intolerables tradiciones. Por otro lado, los escribas y fariseos estaban animados de un gran espíritu de proselitismo y tenían como una honra muy grande el atraer a la religión judía a algún gentil. Jesús no condena el proselitismo en sí mismo, sino tal como la ejercitaban. Seguidamente, Jesús, se refiere a las promesas y votos hechos con juramento. Para dispensar a los que los habían hecho imprudentemente, los rabinos acudían a sutiles argucias sobre el modo como se habían formulado. Jesús rechaza enérgicamente semejante doctrina, declarando que los juramentos hechos por las criaturas, singularmente por el templo, por el altar, por el cielo, obligan a su cumplimiento, En efecto, Jesús sostiene: "Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él".
Miércoles, 27 de agosto de 2025. Mt 23, 27-32
"...POR DENTRO ESTÁIS REPLETOS DE HIPOCRESÍA Y CRUELDAD".
En aquel tiempo, "Jesús dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: Si hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!". El texto evangélico de hoy nos ofrece dos lamentaciones más sobre los escribas y fariseos. Jesús alude a la costumbre que tenían los habitantes de Jerusalén de blanquear los sepulcros todos los años cuando se acercaba la fiesta de la Pascua. Aquella blancura de que quedaban revestidas las sepulturas con el baño de la cal no impedía que debajo de aquellas losas no hubiera más que huesos descarnados y podredumbre. Semejantes a estas sepulturas eran los escribas y fariseos. Por fuera aparentaban ser escrupulosos observantes de la ley, pero por dentro estaban llenos de pecados y corrupción moral. La sexta acusación está vinculada con la anterior mediante la expresión de 'lo de dentro' y 'lo de fuera'. De este modo, las prácticas puramente externas de los fariseos, que limpian tan solo lo de fuera, son un fiel reflejo de su vivencia interior. Si nos acercamos a la historia del pueblo de Israel, comprobaremos que con frecuencia sus habitantes no aceptaban el mensaje de los profetas que Dios les enviaba. Los persiguieron y mataron a algunos. Aunque los contemporáneos de Jesús reprenden con sus palabras la conducta de sus antepasados con los profetas, en su interior guardan una disposición de ánimo igual y aun peor que la de ellos. Señor Jesús, danos la gracia de ser coherentes. Que en nuestra vida vaya disminuyendo la distancia entre lo que decimos y hacemos.
Jueves, 28 de agosto de 2025. Mt 24, 42-51
ESTAD EN VELA
Jesús comienza diciendo a sus discípulos: "Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así...". Jesús manda a sus discípulos que estén en vela. ¿Qué significa estar en vela? no significa vivir en soledad, sino recorrer el camino de la vida con Jesús. Desconocemos el momento en que vendrá el Señor. Sólo Él sabe cuándo se terminarán los días de nuestra vida aquí en la tierra. Cuando él nos llame hemos de estar a punto, con el deber cumplido. Para movernos a la vigilancia, Jesús utiliza el ejemplo de un padre de familia que si supiera el momento en que vendrá el ladrón estaría a punto, para no permitirle abrir un boquete en su casa para robarle. Nosotros también ignoramos el día en que seremos llamados a cuenta por el Hijo del hombre. Para insistir en la misma realidad, Jesús propone la parábola del siervo fiel. La imagen de esta nueva parábola está tomada de lo que solía suceder en las familias adineradas. Estas contaban con frecuencia con varios siervos. Al frente de ellos había uno, siervo también, a quien por su fidelidad nombraba el señor su administrador, con el fin de que vigilase sobre los demás y atendiese a las necesidades de cada uno. En el supuesto que el señor se ausentase, el administrador debía cumplir con su misión y, al llegar el señor, éste la premiaría colocándole al frente de la administración de todos sus bienes. Señor Jesús, danos la gracia de estar en vela; estar atentos a nuestra tarea diaria. Nosotros no somos dueños; tan solo administradores. Seamos de verdad siervos fieles y prudentes.
Viernes, 29 de agosto de 2025. Mc 6, 19-29
MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA.
Hoy hacemos memoria del martirio de San Juan Bautista. Como resaltaba ya San Agustín, es el único santo que es festejado no sólo en su muerte, sino también en su nacimiento (24 de junio), al igual que Jesús y su Madre, María. En concreto, el martirio del Bautista se celebraba ya desde el siglo IV de nuestra era. El Evangelio que se puede proclamar en la Eucaristía de hoy (Mc.6,17-29) nos relata el acontecimiento del martirio del Precursor del Mesías. La historia de Israel pone de manifiesto que todo profeta, que hablaba en nombre de Dios y denunciaba el pecado y la injusticia, ponía en peligro su propia vida y, a veces, terminaba en el martirio. San Juan Bautista era una voz profética que llegó a tener una gran autoridad ante sus oyentes y muchos en su pueblo se convertían. Les llegaba muy hondo el mensaje del nuevo profeta: justicia para con los hombres y amor sobre todo a Dios. El programa de la predicación del Bautista era de carácter religioso y sin fines políticos; sin embargo, Herodes Antipas lo encarcela y la manda matar; ¿Por qué? El Evangelio según San Marcos, que leemos en la fiesta de hoy, nos responde a la pregunta que hemos planteado. Juan, como buen profeta, en su predicación no sólo hace análisis de una sociedad injusta, sino que sus denuncias también afectan a los gobernantes. En este sentido, le dijo a Herodes: "No te es lícito tener la mujer de tu hermano". Hay que tener valentía y ser muy libre para gritar la verdad cruda e hiriente al poderoso. Aunque Herodes lo respetaba e incluso temía al pueblo, que tenía a Juan como profeta, su esposa Herodías le odiaba y esperaba la ocasión propicia para eliminarlo. El drama está servido en molde veterotestamentario: recuerda al rey Ajab y a su esposa Jezabel, que odiaba a Elías y estaba dispuesta a matarlo (cfr. IRe.18-19). La ocasión se la ofreció 'en bandeja', nunca mejor dicho, su propia hija, al bailar en la fiesta y obtener el juramento de Herodes para que le pidiese hasta la mitad del reino (Cfr. Est.5,3.6;7,2). El gesto ha quedado inmortalizado por los artistas que reproducen tantas veces la bandeja con la cabeza del Bautista. Al enterarse de ello, los discípulos de Juan recogieron el cadáver y lo enterraron. Ni Herodes, ni Herodías han podido acallar la verdad que San Juan Bautista predicaba con claridad. Juan el Bautista es un verdadero mártir de la verdad.
Sábado, 30 de agosto de 2025. Mt 25, 14-25.27-28
AL QUE TIENE SE LE DARÁ
Jesús sigue enseñando a sus discípulos, utilizando parábolas. Les dijo: "Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que había recibido cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor". El fin de la parábola de los talentos es el mensaje expresado en el versículo anterior: 'Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora'. Además, esta parábola supone una preparación inmediata para la descripción que sigue del juicio final. Aquel señor repartió los ocho talentos entre tres de sus siervos, no por igual, sino según la capacidad y habilidad de cada uno para negociar con ellos. A uno le entregó cinco, a otro dos y uno al último. El primero y segundo negociaron felizmente con los talentos que habían recibido y duplicaron el capital. En cambio, el tercero, por desidia y miedo de comprometer el dinero de su señor y exponerse a perderlo, enterró el talento en la tierra, y allí le dejó infructuoso hasta la vuelta de su señor. Sigue diciendo la parábola: "Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos...". A los dos primeros les alabó por su industria y laboriosidad y les ofreció en el acto el premio de su fidelidad. En cambio, al último, que pretendió excusarse con el miedo que le inspiraba el señor, le reprendió severamente como un siervo malo y perezoso, volviendo contra él la misma excusa con que había pretendido defenderse, desposeyéndole, como castigo, del talento que había recibido y ordenando que fuese arrojado a las tinieblas exteriores. En esta parábola, Jesús nos exhorta a que aprovechemos con diligencia y solicitud los talentos que nos concede para que nos preparemos en este mundo a la venida del Señor. Nos enseña, además, que cada uno será premiado o castigado conforme a sus merecimientos o negligencias.
Domingo 31 de agosto 2025. Lc 14, 1.7-14
TODO EL QUE SE ENALTECE SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENALTECIDO
La Palabra de Dios de este domingo nos hace un llamamiento muy explícito a vivir con sencillez y humildad. El libro del Eclesiástico nos recomienda sabiamente: "Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes". Son palabras que nos orientan en nuestro modo de proceder en las diversas circunstancias de nuestra vida. El autor nos habla de la humildad como algo que agrada a Dios y a los humanos. Sólo desde la humildad es posible crecer y madurar en nuestra relación con los demás, con Dios y con nosotros mismos. El evangelista nos cuenta cómo Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso una parábola, una enseñanza metafórica. Se trata de un ejemplo de la vida humana que ilumina una recomendación moral. Los escribas y fariseos, orgullosos de su dignidad, buscaban los primeros puestos. Jesús saca una conclusión llena de sabiduría: "Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". He aquí el modo auténtico de proceder en nuestra vida. A continuación, Jesús se dirige al que lo había invitado con estas palabras: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos". El mensaje central de estas palabras consiste en que se debe hacer el bien sin miras o ventajas temporales, buscando sólo la ventaja eterna 'en el día de la resurrección de los muertos'. Señor Jesús, concédenos participar de la única ambición auténtica: decir la verdad y hacer el bien, buscando exclusivamente aquello que permanece para siempre.
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