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viernes, 28 de marzo de 2025

EL PAN DE LA PALABRA

Martes, 1 de abril de 2025. Jn 5, 1-16

"TOMA TU CAMILLA Y ECHA A ANDAR".

 "Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: ¿Quieres quedar sano? El enfermo le contestó: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado. Jesús le dice: Levántate, toma tu camilla y echa a andar. Y al momento el hombre quedó sano, tomó la camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla. Él les contestó: El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar. Ellos le preguntaron: ¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar? ...". Jesús sube por segunda vez a Jerusalén con motivo de una fiesta, que el evangelista no especifica, pero que probablemente es el sábado o una de las grandes romerías religiosas del pueblo de Israel.  El evangelista describe la clase de enfermos que yacían por el suelo en los soportales de la piscina. Entre aquellos enfermos, había un paralítico que llevaba casi cuarenta años aquejado de un mal crónico: la parálisis. Jesús toma la iniciativa y se acerca lleno de compasión al enfermo quizás más pobre, indefenso y necesitado. El enfermo explica a Jesús su soledad, sus pequeños esfuerzos e intentos malogrados tantas veces cuantas intenta acercarse al agua. Jesús le manda: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar". En aquel instante queda curado el paralítico. Los judíos no aprueban el gesto sanador de Jesús, porque ha sido realizado en sábado. Ante la alegría del paralítico curado, aparece la amargura de los dirigentes religiosos. Jesús nunca rechazó el precepto del sábado, pero sí sus extremismos. Como Hijo del Hombre declaró que el sábado era para el hombre y no el hombre para el sábado. En tiempo de Cuaresma reconocemos la necesidad de ser curados por Jesús. Él es nuestro Salvador que nos quiere liberar de toda clase de parálisis.

 

Miércoles, 2 de abril de 2025. Jn 5, 17-30

JESÚS SE MANIFIESTA COMO EL HIJO DEL PADRE

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mi padre sigue actuando, y yo también actúo. Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: En verdad, en verdad os digo: El Hijo no puede nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre...". El hecho de que Jesús se manifieste como Hijo de Dios es un tema medular, una afirmación sustancial. Tan arriesgada y comprometida testificación chirrió estridentemente  en los oídos de los dirigentes judíos, defensores a ultranza del más puro monoteísmo. Para ellos era una blasfemia. Que un hombre se atreviera a profanar la 'sacralidad' inviolable del sábado, que se proclamara igual a Dios, que tuviera el atrevimiento de llamar a Dios 'su Padre', era algo intolerable. En el texto evangélico aparece con claridad que entre el Padre y el Hijo hay comunión de voluntades y de acción, una unidad de relación, operación y gloria. Solo Dios es la Vida, fuente y origen de toda vida. Esta misma Vida se la ha comunicado al Hijo; por eso el Hijo actúa como el Padre, dando vida a los que quiere, porque su Padre le ha dado este poder por su igualdad de naturaleza y de soberanía. Jesús ya no es portavoz de Dios, como lo fueron los profetas, es el Hijo. El que cree en Jesús y vive en consonancia ha pasado ya al ámbito de la vida de Dios. A esta prerrogativa de dar la Vida ha añadido el Padre el poder de juzgar. El tiempo de Cuaresma es oportuno para conocer más a fondo al Hijo de Dios, que es nuestro Salvador. Él, al entregar su vida por nosotros,  nos da la vida nueva y definitiva. 

 

Viernes, 4 de abril de 2025. Jn 7 ,1-2.10.25-30

"¿NO ES ESTE EL QUE INTENTAN MATAR?"

 

Jesús recorría entonces la Galilea; él no quería subir abiertamente a Judea, pues los judíos trataban de matarlo. Estaba cerca la fiesta de los Tabernáculos. "Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: ¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías?Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz...". Jesús anda en la boca de todos. Acerca de su identidad circulan diversas opiniones. El origen humano de Jesús era conocido. No existía ningún misterio sobre su familia y su patria. Del Mesías se conocía su patria, Belén. Las otras circunstancias eran desconocidas. Conocían lo exterior y humano de Jesús, pero en él había algo más que conocer: la realidad o verdad de su misión por parte del Padre. En este sentido, Jesús venía verdaderamente de parte de Dios. El punto de partida es el seno mismo de Dios, viene de junto a Dios. Ante las afirmaciones de Jesús acerca de su relación con el Padre, querían agarrarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora. Señor Jesús, gracias al don de la fe, podemos conocerte más y conocer tu relación íntima con el Padre que te envió a la misión de salvarnos. Tú eres, pues, nuestro Salvador.

 

Sábado, 5 de abril de 2025. Jn 7, 40-53

"ESTE ES EL MESÍAS"

 

Los contemporáneos de Jesús que habían oído los discursos de Jesús, decían: "Este es de verdad el profeta. Otros decían: Este es el Mesías. Pero otros decían: ¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David? Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos le dijeron: ¿Por qué no lo habéis traído? Los guardias respondieron: Jamás ha hablado nadie como ese hombre". La gente del pueblo se divide también sobre la misión de Jesús. Unos le tienen por el profeta, otros por el Mesías. Algunos querían también prenderlo. La fuerza  del magisterio de Jesús ha impresionado a la policía de Jerusalén lo mismo que había impresionado al pueblo de Galilea. Los fariseos responden porque son los más activos del sanedrín. La incredulidad de los dirigentes es exagerada. Uno de ellos, de los miembros del sanedrín, como persona humilde estaba abierto a la luz y buscaba la verdad. Este era Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitar a Jesús. A los creyentes de hoy también se nos pide que nos definamos ante la persona del Señor Jesús. Hemos de ser personas humildes que buscan el verdadero rostro del Señor.   

 

Domingo, 6 de abril de 2025. Jn 8, 1-11

"EL QUE ESTÉ SIN PECADO..."

 

Celebramos ya el domingo V de Cuaresma. Es la última semana de Cuaresma que nos introduce en la gran Semana Santa. La primera lectura (Is.43,16-21) nos anuncia el gran proyecto de Dios consistente en renovar todas las cosas : "Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?". El Salmo (125) dice en su estribillo: "El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres". Canta la liberación de la cautividad de Babilonia. En la segunda lectura (Fil.3,8-14), Pablo nos dice lo que supuso su encuentro con el Resucitado: "Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo, mi Señor". El Apóstol lo perdió "todo" y considera todo "basura" a cambio "de ganar a Cristo y existir en él". Todo lo dicho se ordena a "conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos". En el Evangelio (Jn.8,1-11) se recoge el pasaje de la mujer sorprendida en adulterio y el perdón de Jesús. Nos dice el evangelista que Jesús se había retirado, por la noche, al monte de los Olivos. Al amanecer, va al templo y todos acudían a Él y sentado les enseñaba. "Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices? Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra...". Oyendo esto se fueron marchando...Quedaron solos Jesús y la mujer...Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más. Para esta mujer ha comenzado una vida nueva; el perdón de Jesús recrea la vida de esta mujer. El perdón libera y concede a la pecadora una nueva oportunidad. La misericordia de Jesús la reintegra al amor de Dios.   

 

Lunes, 7 de abril de 2025. Jn 8, 12-20

"YO SOY LA LUZ DEL MUNDO"

 

Dirigiéndose a los fariseos, Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los fariseos: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido. Jesús les contestó: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo, ni adónde voy...Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre". Con la metáfora de la luz se expresa al magisterio sobrenatural y religioso del Mesías y, sobre todo, su obra salvadora o de vivificación sobrenatural. El término 'mundo' se refiere a los hombres, en cuanto que de por sí están privados de la luz, viven en tinieblas. Seguir a Jesús es tanto como creer en él, hacerse su discípulo, aceptar su persona y su mensaje. Caminar es tanto como vivir, ser y obrar. Tinieblas corresponde al mundo. es una metáfora que se opone a la luz y a la vida, el plano de lo sobrenatural. El mundo o los hombres sin Cristo están en tinieblas porque ni conocen a Dios ni participan de Dios. 'La luz de la vida', se contrapone a 'caminar en tinieblas'. La regla general es que el testimonio propio no tiene valor en causa propia. Pero Jesús es una excepción, como testigo excepcional, como Dios, que ha venido del Padre y va al Padre. Come el salmista: "Señor, en ti están las fuentes de la vida. En tu luz vemos la luz" (Sal.36,10).

 

Martes, 8 de abril de 2025. Jn 8, 21-30

"CUANDO LEVANTÉIS AL HIJO DEL HOMBRE..."

 

En el Evangelio de hoy (Jn.8,21-30) aparecen resaltadas varias ideas: de dónde viene Jesús, adónde va, quien es el Padre, quién es Jesús. Todas ellas se las recuerda Jesús a los fariseos. Los judíos están perdidos; no entienden las afirmaciones de Jesús. Éste les habla de su muerte, de su partida al Padre; ellos comentaban si Jesús se iría a suicidarse. Jesús se lamenta de la incredulidad de los fariseos y les decía: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados". En este contexto ser de abajo, ser del mundo tiene sentido de imperfección en el obrar y pensar. Por el contrario, ser de arriba corresponde al que viene de arriba, del cielo. La incredulidad de los judíos tiene sus raíces en su modo mundano de pensar y querer. Con la alusión a "levantarle en alto', a su muerte en la cruz, Jesús hace referencia a ella como el momento culminante de su revelación. En la cruz se revela a la vez la obediencia de Jesús: "Hago siempre lo que es de su agrado" y su glorificación, porque "el que me envió está conmigo: no me ha dejado solo". No todo era incredulidad, pues "cuando les exponía esto, muchos creyeron en él". Después de veinte siglos, la persona y la misión de Jesús siguen siendo blanco de contradicción. Señor Jesús, gracias a tu ayuda, te reconocemos como nuestro Salvador. 

 

Miércoles, 9 de abril de 2025. Jn 8, 31-42

"SI OS MANTENÉIS EN MI PALABRA..."

 

Dirigiéndose a los discípulos que había creído en él, dijo Jesús: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le replicaron: Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ¿Seréis libres? Jesús les contestó: Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres...". Jesús se dirige a aquellos que habían dado un primer paso para ser sus discípulos. Discípulo, en este caso, es el que sigue la doctrina de Jesús. No es mera ciencia; el verdadero discípulo da mucho fruto y glorifica al Padre. Para dar este fruto es necesario estar vitalmente unido a Jesús. La permanencia en la Palabra hay que entenderla en este sentido de unión vital. El verbo conocer posee en este texto los sentidos de progreso y perfección. Desde esta visión, el acto de conocer incluye la inteligencia y la voluntad. La libertad que da la verdad consiste de hecho en la filiación divina, en la vida de los hijos de Dios. Jesús es Maestro de la verdad, no sólo por la predicación y el magisterio oral, sino por su propia consagración e inmolación. El pecado nos va separando de Jesús y nos hace esclavos. En la medida en que nos vamos identificando con el Señor Jesús, vamos superando la esclavitud y alcanzando una libertad más profunda.

 

Jueves, 10 de abril de 2025. Jn 8, 51-59

"QUIEN GUARDA MI PALABRA..."

 

Dirigiéndose a los judíos, dijo Jesús: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre. Los judíos le dijeron: Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: ¿Quién guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes? Jesús contestó: Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: Es nuestro Dios, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco...". Guardar la palabra de Cristo equivale a guardar los mandamientos. La vida se promete al que 'oye', 'al que cree'; son expresiones que expresan una misma entrega y unión vital con Jesús. La promesa de Jesús se refiere a la resurrección final, como explica en el discurso del pan de vida (Jn.6). Creer en Jesús, vida y luz de los hombres, les hace posible vencer la muerte y obtener la salvación plena. Los judíos no conocen ni honran a Dios, porque no quieren conocer ni honrar al Hijo, al enviado del Padre. En cambio Jesús le conoce y guarda su palabra. Los judíos han comprendido que Jesús se hace Dios. Por esto quieren apedrearle como a un blasfemo. Jesús se escondió y salió del templo. Señor Jesús, nosotros te conocemos y sabemos que eres el Hijo de Dios. Aumenta con tu gracia nuestra fe, para que cada día nos vayamos identificándonos con tu Persona y con tus obras.

 

Viernes, 11 de abril de 2025. Jn 10,31-42

"TÚ, SIENDO UN HOMBRE, TE HACES DIOS"

 

La tensión entre Jesús y los judíos va creciendo. Los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. "Él les replicó: Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis? Los judíos le contestaron: No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios. Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo os digo: Sois dioses? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre". Ante la situación de querer apedrear a Jesús, Éste les dice que el origen de sus obras está en el Padre. Jesús no hace nada por su cuenta. Obra por encargo del Padre. Entonces, cuál es la razón por la que quieren apedrearle. La razón que aducen los judíos revela dos realidades importantes: Jesús era hombre realmente. Su humildad se imponía. Jesús habla de de sí, como Dios. Se hace Dios. Jesús acepta la hipótesis de que se ha hecho Dios y la justifica, poniéndose por encima de todos los profetas anteriores a él y a los cuales Dios les había comunicado su palabra. Jesús muestra ante todo el testimonio de las obras. Las obras del Padre tienen este sentido: Son las obras que quiere el Padre y las que solo puede hacer el Padre. Estas son las obras que realiza Jesús durante su vida. No todo fue rechazo a Jesús. Entre sus oyentes muchos, apoyándose en las obras realizadas por Jesús, creyeron en él. Señor Jesús, los signos realizados por ti sustentan nuestra fe.  

 

Sábado, 12 de abril de 2025. Jn 11 ,45-57

"ESTE HOMBRE HACE MUCHOS SIGNOS"

 

Ante el milagro de la resurrección de Lázaro creyeron en Jesús; pero algunos acudieron a los fariseos y le contaron lo que Jesús había hecho. Entonces los fariseos y los sumos sacerdotes convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación". Los miembros del Sanedrín reflexionan sobre las consecuencias de su debilidad o transigencia ante los signos que realiza Jesús. Si le permiten que siga haciendo los signos, terminará creyendo toda la gente en Jesús. Esta situación provoca la reacción drástica de Caifás que les dijo a los del Sanedrín: "Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte". En verdad, Caifás, como sumo sacerdote, sin saberlo, anunció lo que de hecho iba a suceder, según los planes de Dios, aunque no por los motivos políticos y naturales que él veía. El evangelista constata un hecho, no formula teoría ni dice expresamente que Caifás estuviera realmente inspirado. El consejo humano, aunque oficial de Caifás, es interpretado teológicamente por el evangelista. De hecho, Jesús muere en la cruz para reunir a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo. En consecuencia, el evangelista descubre en las palabras del sumo sacerdote el cumplimiento del designio salvífico de Dios en su dimensión universal. De este modo el consejo tan drástico de Caifás es aceptado y desde aquel momento deciden matar a Jesús. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Señor Jesús tú diste libremente la vida por todos los hombres.

 

Domingo, 13 de abril de 2025. Lc 23, 1-49

"...Y TOMÓ LA CONDICIÓN DE ESCLAVO"

 

Hoy celebramos el domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Es como el pórtico de la Semana Santa. Ésta comienza con el Domingo de Ramos y termina con las Vísperas II del domingo de la Resurrección. En esta Semana, la más importante del año litúrgico, actualizamos de un modo muy especial el Misterio Pascual de nuestro Señor Jesucristo. La celebración litúrgica del domingo de Ramos es un tanto especial, pues comporta una primera parte que culmina con la procesión de los ramos, haciendo memoria de la entrada triunfal del Señor en la Ciudad santa de Jerusalén. La segunda parte consiste en la celebración de la santa Misa de la Pasión. La primera lectura de la Eucaristía está tomada del tercer poema del Siervo de Yahvé y nos introduce en la pasión de Cristo. Dice el Siervo: "Ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado". Estas palabras nos adelantan algunos aspectos de la pasión de Cristo, en sus terribles sufrimientos y abandono humano, pero con la certeza del triunfo. La segunda lectura es un cántico a Cristo Salvador, recogido por san Pablo en la carta a los Filipenses. Cristo "se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos". Se sometió incluso a la muerte en cruz. Pero Dios "lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre". El relato de la Pasión es el centro de la liturgia de la Palabra del domingo de Ramos. En torno a este relato giran todos los demás elementos de esta celebración. La Iglesia proclama hoy la Pasión en la asamblea dominical, para que la cruz del Señor domine toda la semana. En la pasión destaca muy especialmente la entrega obediente y confiada de Jesús a la voluntad del Padre. He aquí la senda de obediencia y de generosidad que hemos recorrer sus discípulos.

 

Lunes, 14 de abril de 2025. Jn 12, 21-11

"LE UNGIÓ A JESÚS LOS PIES..."

 

Hoy es Lunes Santo. Estamos dentro de la Semana Santa. La semana más importante del año litúrgico. El evangelista nos recuerda el acontecimiento de la unción de Betania. En efecto, "seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entres los muertos". Juan ha concretado con mucho detalle las jornadas de la última semana (cfr. Jn.12,12; 13,1; 18,28; 19,31), como hizo con las de la primera (cfr.Jn.1,19-2,1). Las dos terminan con la manifestación de la gloria de Jesús. En Betania le ofrecieron una cena; en ella Marta servía y Lázaro estaba con Jesús a la mesa. "María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando". Durante esta cena se produce la unción de los pies de Jesús con una libra de perfume de nardo legítimo. Por el perfume y el alabastro Judas calcula 300 de denarios. Con 200 se podía dar de comer a 5.000 hombres (cfr. Jn.6,7). El jornal diurno era de un denario (cfr. Mt.20,2). Según esto, María se ha gastado casi el jornal de un año. Con respecto a Jesús siempre encontramos los dos extremos: el de suprema entrega y generosidad, que representa María, rompiendo el frasco, y el de la miseria e indignación, que representa Judas Iscariote. Judas cubre su avaricia con el velo de la caridad. Jesús contesta a Judas con estas palabras: "Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis". Jesús acepta la unción de María en orden a su próxima muerte. La interpretación de la unción se la da Jesús. Él es quien guarda el ungüento de un modo afectivo en orden a la sepultura y quiere que María lo proyecte hacia ese día ya cercano.  

 

Martes, 15 de abril de 2025.  Jn 13, 21-33.36-38

"SEÑOR, ¿ADÓNDE VAS?".

 

El evangelio de este Martes Santo recoge parte del Sermón de la Última Cena. Jesús profundamente conmovido dijo: "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía...". Es muy humano emocionarse al recordar la elección para compañero de un traidor. Jesús había elegido a Judas Iscariote como uno de los Doce. Ahora va perpetrar la traición contra su Maestro. Ante el anuncio de esta traición por parte de Jesús, aparece la ingenuidad de los otros discípulos, la curiosidad de Pedro, la familiaridad de Juan y la delicadeza con que Jesús descubre al traidor. El dramatismo del texto bíblico se refleja en la entrada de Satanás en Judas y la salida precipitada del mismo, junto con el marco obscuro de la noche. El texto dice que "era de noche". En las palabras del evangelista contrasta la sobriedad con la viveza y psicología de la narración. Al salir Judas, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará". Jesús se halla con aquellos discípulos fieles. El discurso de la Cena, propiamente tal, comienza aquí. Sólo aquellos que de verdad aman a Jesús pueden entender el contenido de estas palabras. Sin darse cuenta, Judas va a realizar los planes de Dios, la gloria de Cristo y del Padre por medio de la muerte. La pasión de Cristo es para gloria del Hijo y del Padre. Así el Padre glorificará al Hijo en su propia humanidad. Pronto, en la resurrección y ascensión. Jesús abre su corazón a los discípulos. Comienza despedirse de ellos y les dice: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir. Simón Pedro le dijo: Señor, ¿adónde vas?...". Pedro interpreta la partida de Jesús en el sentido material de la muerte. Por eso protesta y manifiesta que está dispuesto a ir con Jesús hasta la muerte. Está dispuesto a dar la vida por Jesús. Nosotros sabemos lo que pasó después y camino que recorrió Jesús. Señor, danos la fortaleza necesaria, para no traicionarte. Si lo hacemos, danos la gracia de la conversión.   

 

Miércoles, 16 de abril de 2025. Mt 26, 14-25

"MI MOMENTO ESTÁ CERCA..."

 

En este día de Miércoles Santo el evangelio nos habla de la traición de Judas y de los preparativos de la cena de Pascua. El evangelista nos dice que "uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo". Este acontecimiento debió suceder probablemente el miércoles después de la sesión del sanedrín en la que decidieron apoderarse de Jesús para darle muerte. Tal vez Judas tuvo noticia de aquella reunión y de lo que en ella se había tratado y creyó ofrecérsele una ocasión propicia para perpetrar una traición que venía madurando en su ánimo. De hecho, ya un tiempo atrás, Cristo había dicho: "¿No os elegí yo a los doce? Pues bien, uno de vosotros es un diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote. Porque Judas, precisamente uno de los doce, lo iba a entregar" (Jn.6,71). El mismo Judas fue en busca de los enemigos de Jesús para ofrecerse a poner en sus manos a Jesús. El amor al dinero fue apartando poco a poco a Judas de su excelsa vocación, de su ministerio y de la misma persona de Jesús. Desde aquel momento tan horrendo Judas buscaba la ocasión propicia para poder poner en obra su infame traición. Los discípulos se acercan Jesús para preguntarle: "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? Él contestó: Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la cena". El encargo de preparar todo los necesario para la Pascua lo reciben Pedro y Juan (cfr. Lc.22,8). La razón por la que Jesús calló el nombre del dueño de la casa pudo ser para que  no se enterase Judas hasta última hora y pudiesen de esta suerte celebrar la cena  con toda tranquilidad. Los dos apóstoles comisionados prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, Jesús se puso a la cena con los Doce. Las palabras llenas de tristeza con las que Jesús anuncia la traición de Judas las pronuncia al comienzo de la cena. Judas el que comía de su pan, el que formó parte del grupo enviado por Él para anunciar la venida del Reino por todo Israel, termina traicionándolo. Su traición nos invita a mirarnos a nosotros mismos. ¿Soy yo?, dijeron uno tras otro, los discípulos a Jesús. ¡Señor, líbrame de ser yo!    

 

Jueves, 17 de abril de 2025. Jn 13, 1-15

"HACED ESTO EN MEMORIA MÍA"

 

 Hoy es Jueves Santo. Toda la preparación y esfuerzo de conversión que supone la Cuaresma desemboca en la celebración del misterio pascual de Jesucristo paciente, muerto, sepultado y resucitado. En concreto, el Triduo Pascual comienza con la misa vespertina de la Cena del Señor, tiene su centro en la Vigilia Pascual y termina con las Vísperas del Domingo de Resurrección. Veamos lo específico de este día de Jueves Santo. La Eucaristía vespertina de este día es "aquella misma memorable Cena" en la que Cristo, "antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio  nuevo de la Alianza eterna" (oración colecta). De este modo, Cristo anticipó su donación hasta el extremo en la cruz, por nuestra salvación. Durante la misma Cena con sus Apóstoles Jesús instituyó el sacerdocio ministerial, al mandarles: "Haced esto en memoria mía". En la primera lectura de la santa Misa (Ex.12,1-14) se narra la celebración de la pascua judía, figura y anticipación de la Pascua de Cristo. Él es en persona el verdadero Cordero y Pascua de salvación de los cristianos. La segunda lectura, tomada de ICor.11, 23-26, representa la descripción más antigua que conocemos de la Eucaristía cristiana. El Apóstol nos advierte que la narración que él hace, la ha recibido de una tradición que viene del Señor y que él a su vez nos la quiere transmitir. Pablo sitúa esta primera Eucaristía "en la noche en que iban a entregarlo". El Evangelio de Jn.13,1-15 comienza con un prólogo solemne, de profundo contenido y significado teológico: lo que narra sucede "antes de la fiesta de Pascua". Jesús es conocedor del momento, "había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre"; es su Pascua. El lavatorio de los pies es la expresión extrema de su amor a los suyos. Sigue diciendo el evangelista: "...y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido...". El evangelista, en vez de hablar de la institución de la Eucaristía, describe el clima que ha de rodearla: el servicio humilde como expresión de todo el misterio de Cristo y de su entrega por amor hasta el fin. Éste debe ser también el ministerio de sus discípulos, derivado del ejemplo dado por el Maestro. Hoy es también día del amor fraterno que brota de Cristo-Eucaristía.    

 

Viernes, 18 de abril de 2025. Jn 18, 1-19,42

"AUTOR DE SALVACIÓN ETERNA"

 

Hoy es Viernes Santo. Es un día en el que no se celebra la Eucaristía. Es día de ayuno pascual obligatorio, en recuerdo de la pasión y muerte del Señor. Sería bueno prolongarlo hasta la noche de la Vigilia Pascual. En la oración colecta se recoge el sentido profundo de lo que se celebra en este día: "Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; santifica a tus hijos y protégelos siempre, pues Jesucristo, tu Hijo, en favor nuestro instituyó por medio de su sangre el misterio pascual". Las lecturas bíblicas describen desde perspectivas distintas el misterio de pasión y anonadamiento de Jesucristo. En el cuarto cántico del Siervo de Yahvé (Is.52,13-53,12) se adelantan algunos aspectos de la pasión de Jesucristo. La figura del siervo es lo más exquisito y misterioso del mensaje consolador. Encarna todo el sufrimiento humano, incluido el de la muerte afrentosa. Pero en esa figura el dolor se redime, porque es aceptado, es inocente, es por otros y termina en victoria. En la segunda lectura (Heb.4,14-16; 5,7-9) se presenta a Cristo, Sumo Sacerdote, el Hijo de Dios que "aprendió sufriendo a obedecer". Por la resurrección se ha convertido en "autor de salvación eterna". La pasión según san Juan (Jn.18,1-19,42) constituye la culminación de la Liturgia de la Palabra. Se puede afirmar que toda la pasión es como un diálogo de amor. ¿Cuál debe ser nuestra postura ante el relato de la pasión? ¿Cómo hemos de responder a la entrega hasta el extremo de Cristo? Ha de ser una respuesta en clave de amor, de escucha atenta, de acogida en fe, de silencio que permite dentro de nosotros la actuación del Espíritu Santo, de dolor por todo lo que de pecado exista en nosotros, de deseo de reparación, de servicio y ofrenda de la propia vida. No debe pasarnos desapercibida la fortaleza y de fe profunda de María junto a la cruz de su Hijo. En esta circunstancia, al pie de la cruz, María nos acoge a todos en su corazón maternal. Por nuestra parte hemos de recibirla en la casa de nuestra vida como Madre que nos engendró con mucho dolor junto a la cruz de su Hijo. Ella nos pide también abrirnos a la multitud de hermanos de su Hijo. Viernes Santo es, por tanto, un día consagrado a la meditación y adoración de la cruz del Señor. Hemos de doblar nuestra rodilla ante la imagen del Hijo de Dios, 'cosido' al madero de la cruz. 

 

Sábado, 19 de abril de 2025. Jn 20, 1-9

SÁBADO SANTO

 

Hoy es Sábado Santo, de la Sepultura del Señor. Este día, hasta la Vigilia Pascual, es un día en que no se celebra la Eucaristía y de ayuno voluntario. Esto le da un tono de sobriedad. Es muy precisa y elocuente la rúbrica que ofrece el Misal para este sábado: "Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor meditando su pasión y muerte, y se abstiene del sacrificio de la misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales" (Cfr. MR.n.29). Durante las horas de este día, la Iglesia celebra la Liturgia de las Horas invitando a adorar "a Cristo, el Señor, que por nosotros murió y fue sepultado". En este sentido, sería bueno convocar a la comunidad cristiana para orar a partir de alguna hora de la Liturgia de las Horas o parte de las mismas. En el centro de la espiritualidad de este día se halla, pues, la muerte y la sepultura de Cristo. Las antífonas del Oficio de lecturas ponen en boca de Cristo estas expresiones: "Dormiré y descansaré en paz"; "mi carne descansa serena" y "que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria". La lectura de Hebreos 4,1-13 tiene el título: "Empeñémonos en entrar en el descanso del Señor" y la segunda, anónima, sobre "el descenso del Señor al abismo". Hay que reconocer que las dos lecturas marcan admirablemente el sentido y el contenido del Sábado Santo: silencio contemplativo ante la muerte de Cristo, descanso en el Señor, descenso del Señor a los infiernos y liberación de los que esperaban su redención. Las antífonas a los salmos de Laudes son también muy sugestivas al respecto: "Harán llanto como llanto por el Hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor"; "líbrame, Señor de las puertas del abismo"; "Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo". La piedad del pueblo sencillo puede alimentarse también con el ejercicio del 'Viacrucis', el canto o meditación del salmo 50, algún acto mariano centrado en la contemplación de la Pasión y muerte del Señor con la Madre de Jesús. También puede ayudar a vivir las horas del día de Sábado Santo la asistencia a procesiones con distintos pasos en clima de silencio, meditación y oración.  

 

Domingo, 20 de abril de 2025. Lc 24,1-12

VERDADERAMENTE HA RESUCITADO EL SEÑOR, ALELUYA.

 

Ayer noche hemos celebrado con gozo la Vigilia Pascual, la madre de todas las vigilias. Nos hemos alegrado con toda la Iglesia, porque el Señor ha resucitado. Con la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección comienza el gran día de la Pascua de la Iglesia. La Pascua se prolonga durante cincuenta días, considerados como 'un único día de fiesta'. Es el tiempo del gozo por la presencia del Resucitado, tiempo del gozo de los nuevos bautizados y de quienes han renovado sus compromisos bautismales, de la alegría de la comunidad eclesial que canta el 'Gloria' y el 'Aleluya'. Estamos ante el tiempo oportuno para profundizar nuestra fe y proclamar incansablemente la resurrección de Cristo. Las Eucaristías de los domingos de Pascua deben brillar por el 'arte de celebrar', por la alegría de saber presente al Resucitado, por acoger su Palabra, por intuir sus llagas luminosas y comulgar su Cuerpo y Sangre para anunciarlo al mundo. En el libro de los Hechos se recogen unas palabras de Pedro en las que resume la vida pública de Jesús desde que comenzó en Galilea hasta el día de su resurrección. Hablando de este acontecimiento dice: "Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la resurrección".  En la carta a los Colosenses (1,1-4), el Apóstol nos habla de nuestra inserción en Cristo por el Bautismo, como miembros de su Cuerpo. Nos invita a buscar "los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra". En el evangelio del domingo de Pascua (Jn.20,1-9) se nos relata que "el primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro". Muy de madrugada, todavía bajo el peso de las últimas sombras, la Magdalena se llega hasta el sepulcro donde pensaba que todavía yacía allí el cadáver de su Señor. Pero vio la losa quitada del sepulcro. Vuelve corriendo y fue donde estaban Pedro y el discípulo amado de Jesús y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Entonces salieron hacia el sepulcro Pedro y el discípulo amado. Al llegar al sepulcro, Pedro "vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro: vio y creyó". Realmente la muerte había sido despojada de su botín; a la vista quedaron las vendas y el sudario, como proclamando que el Resucitado se había librado de ellas. No hemos de buscar entre los muertos al que vive. 

 

Lunes, 21 de abril de 2025. Mt 28, 8-15

OCTAVA DE PASCUA        

 

Comenzamos hoy la Octava de Pascua. Las mujeres, que habían ido al sepulcro, corrieron a toda prisa a llevar a los apóstoles el mensaje que habían recibido del ángel. Caminaban, por una parte, temerosas probablemente de que los judíos las complicasen en el hecho de haberse encontrado abierto el sepulcro y de haber desaparecido el cadáver, y, por otra, alegres por la noticia que el ángel les había comunicado de que Cristo había resucitado. Entonces, "de pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: No tengáis miedo: Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán". El Resucitado permite que aquellas mujeres abrazasen sus pies y se los besasen, y, postradas en tierra, le adoraron. Después con palabras llenas de ternura, recordando a los apóstoles, que le habían abandonado en su pasión, sus hermanos, les repite la orden que habían recibido ya por medio del ángel. El Resucitado tiene un interés especial de reavivar la comunión de sus hermanos con él y entre sí. Con motivo de su pasión y  muerte en la cruz, se cumplió la profecía: heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Los discípulos estaban dispersos y llenos de miedo. El Señor quiere comunicar con ellos; desea que le vean vivo en medio de ellos. El Resucitado desea vivamente reanimar en los discípulos su fe en él. "Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad, comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido". Se trata de los soldados que estaban de guardia cuando se notó el temblor de tierra y el ángel hizo girar la piedra que cerraba el sepulcro. Por lo que sugiere la narración del evangelista, antes de ir, examinaron la tumba, y, viendo que estaba vacía, se determinaron a dar cuenta de los sucedido a los sumos sacerdotes. Estos se reunieron con los ancianos,  llegaron a un acuerdo "y dieron a los soldados una fuerte suma , encargándoles: Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros". Los soldados, asegurados por la promesa de los miembros del sanedrín de que nada les pasaría aun en el caso de que la noticia llegara a oídos de Pilato, cedieron a recibir la cantidad de dinero que les ofrecían y a divulgar aquella patraña, que tan malparados les dejaba a ellos mismos. ¿ Con cuánta razón san Agustín apostrofaba al sanedrín al exclamar: ¿Traes testigos que duermen? Verdaderamente tú eres el que duermes al inventar semejantes explicaciones (In Ps.63,9: PL 36,768).  

 

Martes, 22 de abril de 2025. Jn 20, 11-18

SE HAN LLEVADO A MI SEÑOR Y NO SÉ DÓNDE LO HAN PUESTO

 

Después de comunicar la noticia del sepulcro vacío, María Magdalena se vuelve al sepulcro y aparece junto a él, después que Pedro y Juan. Se explica que la Magdalena volviera, porque estaba bajo la idea de que habían robado a su Señor. El evangelista nos dice que se hallaba fuera, junto al sepulcro, llorando. "Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: Mujer, ¿por qué lloras? Ella le contesta: Porque me han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". María Magdalena llora desconsoladamente al tiempo que busca a su Señor. Ella está convencida de que han profanado el cadáver de su Señor. Está junto al sepulcro por la relación que tiene con el cadáver que es lo que busca y lo que está motivando sus lágrimas. Se asoma al sepulcro y ve dos ángeles sentados que le preguntan por qué llora. El motivo de sus lágrimas es doble: Han robado el cadáver y no sabe dónde lo han puesto. "Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer, ¿Por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú le has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré". La aparición de los ángeles ha tenido lugar dentro de la cámara funeraria, la de Jesús fuera. Por esto la Magdalena lo ve cuando se vuelve de espaldas al sepulcro. Entonces vio a Jesús con los ojos de la cara, sin reconocerlo. Así lo verán al comienzo los dos de Emaús. María Magdalena sigue llorando y en ademán de buscar. La pregunta de Jesús responde a esta doble actitud: por qué lloras, a quién buscas. El amor y la preocupación de la Magdalena la sacan de la realidad práctica: no es probable que ella pudiera cargar con el cadáver como ella piensa, ni que el jardinero se lo permitiera. Tal vez María ha vuelto a mirar hacia el sepulcro después de responder al jardinero, no dándole importancia, como tampoco se la había dado a los ángeles. Así se explica que cuando Jesús pronuncia su nombre: "¡María!", ella se vuelva hacia él y le diga: "¡Rabboni!, que significa: ¡Maestro! Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor ya dicho esto". ¿Qué sintió María en su interior al oírse llamar por su nombre de labios de Jesús? Luz y alegría, que secó sus lágrimas y abrió su inteligencia. María se volvió hacia el Señor y como dice la esposa del Cantar de los Cantares, "encontré al amor de mi vida, no lo soltaré jamás "(3,4). Seguidamente, la Magdalena va a los discípulos del Señor a contarles que había visto al Señor y que le había dada el encargo de anunciar esta noticia.      

 

Miércoles, 23 de abril de 2025. Lc 24, 13-35

LOS DOS DE EMAUS        

 

El evangelista nos narra el encuentro del Resucitado con los dos discípulos que iban andando de Jerusalén a Emaús. Ellos iban comentando todo lo ocurrido en Jerusalén. "Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo". Los dos discípulos habían abandonado la compañía de los otros, abrumados por todo lo sucedido en Jerusalén. Jesús aparece de repente detrás de ellos, acelerando la marcha, hasta alcanzarlos y se pone a caminar con ellos. Los ojos de los dos discípulos estaban como dominados por una fuerza especial que no les permitía reconocer a Jesús. Entonces, Jesús comienza el diálogo, preguntándoles: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días? Él les preguntó: ¿Qué? Ellos le contestaron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron...". Para dialogar con ellos, Jesús comienza preguntando. La reacción de los discípulos es de gran realismo y psicología humana. La respuesta de Cleofás indica sorpresa, nacida de su propia situación. La ignorancia del peregrino es dramática y simpática. Con ella buscaba el diálogo y que se abriesen los dos discípulos. Estos expresan con cierto detalle sus vivencias de aquellos días y de un modo especial de aquella mañana del domingo. Los discípulos habían perdido la fe en la resurrección y no estaban preparados para creerla si no se les imponía desde fuera. Jesús, que sigue desconocido, no puede apelar a sus profecías en Galilea y apela a las profecías de los profetas. La pasión era el camino anunciado por Dios para que el Mesías llegase a su gloria. El rasgo de Jesús, queriendo continuar el viaje encierra una finura extraordinaria. Jesús debió ceder pronto ante el apremio cordial de los dos discípulos. Se sientan a la mesa; "Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se le abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció". Señor Jesús, que te reconozcamos en la comunidad, en la Palabra y en la Eucaristía.    

 

Jueves, 24 de abril de 2025. Lc 24, 35-48

PAZ A VOSOTROS

 

A las dos apariciones de Simón y de los dos de Emaús, el evangelista añade una tercera colectiva. De ella nos habla el evangelio de hoy. Los dos discípulos de Emaús contaban "lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: ¿Por qué os alarmáis?, ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona". Es muy significativo que los dos de Emaús comuniquen con los demás discípulos su experiencia de haberse encontrado con el Resucitado. El Señor encendió en ellos el fuego de la comunicación. En este clima tan positivo de encuentro, aparece Jesús en medio de ellos y les dijo: 'Paz a vosotros'. El príncipe de la paz ha vencido definitivamente la muerte. Es la fuente y el portador de la verdadera paz. El Resucitado desea ardientemente  reavivar la paz en el corazón de sus discípulos. Sin embargo, estos quedan muy impresionados ante la súbita aparición del Señor que no corresponde a la de un hombre sometido a las condicionamientos de espacio y tiempo. Por eso creían ver un fantasma. El Resucitado con sus palabras y sus gesto tiene un interés muy especial para mostrar a los discípulos que Él era el mismo que había muerto en la cruz. De ahí que les diga que se fijen en sus manos y sus pies. Él no es un fantasma, pues éste no tiene carne y huesos, como los discípulos pueden ver que Él tiene. Les muestra las manos y los pies. "Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ¿Tenéis algo que comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos...". El evangelista ha querido darnos la realidad humana del Resucitado, teniendo en cuenta a los lectores griegos que tenían tantas reticencias a la hora de admitir la resurrección de los cuerpos. El Resucitado desea también mostrarles que en él se cumplen las palabras dichas en el AT. acerca de su persona. La acción interior del Señor en la mente de sus discípulos es propia de su nuevo estado de poder y gloria. Entre Jesús y sus discípulos empiezan ahora unas relaciones más profundas y eficientes. Señor Jesús, ábrenos el entendimiento, para que te reconozcamos siempre como el Resucitado y la fuente de toda resurrección. 

 

Viernes,25 de abril de 2025. Jn 21, 1-14

JESÚS SE PRESENTÓ EN LA ORILLA

 

Dentro de la Octava de Pascua, el evangelio de hoy nos recuerda la aparición del Resucitado junto al lago de Tiberíades. Lo hizo de este modo: "Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: Me voy a pescar. Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada". En el mundo grecorromano el lago de Galilea se conocía con el nombre de lago de Tiberíades, por la ciudad de Tiberíades, que edificara Herodes Antipas en honra de Tiberio. Estaban presentes siete discípulos. Es interesante la iniciativa de Pedro y cómo le siguen los restantes. Este detalle lo ha conservado el evangelista con toda intención. Corresponde a la psicología de Pedro y a la colación del primado, que sigue a la narración. Pasaron toda la noche y no pescaron nada. "Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: No. Él les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua". Jesús se presenta en la orilla. Los discípulos en principio no lo conocieron. Les pregunta si tenían pescado, si habían pescado algo. La respuesta de los discípulos no puede ser más breve y negativa. Tal vez revele el malhumor por la pesca fracasada. También por la forma de responder revelan que no conocen a quien les pregunta. Jesús les invita a volver a echar las redes y les dice que encontrarán pescado. La pesca fue muy abundante. El primero en reconocer que era el Señor fue el discípulo amado y se lo dice a Pedro. En seguida, Pedro se echa al agua hacia donde estaba Jesús. En la orilla Jesús les tenía preparado un pescado sobre las brasas y pan. Todos ellos reconocen que es el Señor, aunque ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era. Los ojos del corazón ven en profundidad. Señor Jesús, que sepamos contemplarte con los ojos de la fe animada por la caridad. Danos la mirada del corazón.  

 

Sábado, 26 de abril de 2025. Mc 16, 9-15

SE APARECIÓ PRIMERO A MARÍA MAGDALENA

 

En el evangelio de la Eucaristía de hoy se recogen diversas apariciones del Resucitado y el envío misionero de los Once. El evangelista comienza describiendo la aparición a María Magdalena con estas palabras: "Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron". El evangelista nos muestra de modo muy resumido la aparición del Resucitado a María de Magdala. Los discípulos, sumidos en profunda tristeza por la pasión y muerte de Jesús,  no dan crédito al anuncio de la Magdalena. No creyeron la noticia de la resurrección del Señor. En la misma línea de síntesis, nos sigue diciendo el Evangelio: "Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron". Es evidente que estas palabras representan un eco distante de los dos que iban a Emaús (cfr. Lc.24,13-35). La afirmación de que se lo comunicara a los demás  recuerda el relato de Emaús, pero no el rasgo de que no los creyeran, que, comparado con Lc.24,35, representa una tradición diferente. "Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". Por fin, Jesús se aparece a los Once Apóstoles cuando estaban a la mesa. Les echa en cara su incredulidad, porque no habían dado crédito a los que le habían visto resucitado. Los Once habían quedado sumisos en el dolor y la aflicción a causa de la muerte tan violenta y afrentosa de Jesús. Les costaba dar el paso a la fe. El Resucitado, una vez reconfortados todos los discípulos con su presencia, los envía a predicar el Evangelio por todo el mundo.    

  

Domingo, 27 de abril de 2025. Jn 20, 19-31

NO TEMAS; YO SOY EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO; YO SOY EL QUE VIVE

 

Celebramos el segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. El domingo es el día de Cristo resucitado. En las apariciones es el Señor el que toma siempre la iniciativa para hacerse presente a sus discípulos. También Juan, desde su destierro en la isla de Patmos, oye una poderosa voz como el sonar de una trompeta; se vuelve y ve a Cristo. Es precisamente el Cristo pascual quien le dice al vidente: "No temas; yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo en mi poder las llaves de la muerte y del abismo". En estas palabras de ánimo y llenas de esperanza del Resucitado se resume todo el Evangelio. El domingo es también el día de la Iglesia. En el relato del libro de los Hechos se nos describe de modo muy sintético a la primera comunidad que va creciendo en torno al Señor resucitado. Dice el libro de los Hechos: "Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor". La Iglesia es un misterio de comunión y de misión. Lugar de encuentro con el Resucitado. La Iglesia recibe del Resucitado el encargo de continuar su misión hasta el final de los tiempos: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". El Resucitado saluda a sus discípulos deseándoles la paz como había dicho en la despedida: Os dejo la paz, os doy la paz. Una paz que el mundo no os puede dar" (Jn.14,27). A los discípulos que por miedo habían perdido la paz, se la devuelve. Así nos lo recuerda el Evangelio: "Estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros".   El apóstol, Tomás, es el prototipo de las personas que solo creen, si ven. Sin embargo, el Resucitado le dice: "Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente. Tomás contestó: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto". El Resucitado es el mismo que el Crucificado. Como Tomás, con la luz de la fe, hemos de ver en el Resucitado a nuestro Señor y a nuestro Dios.   

 

Lunes, 28 de abril de 2025. Jn 3, 1-8

TENEIS QUE NACER DE NUEVO 

 

En aquel tiempo, "dijo Jesús a Nicodemo: Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu. Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede suceder eso? Le contestó Jesús: ¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna". En este relato evangélico se nos recuerda algo del encuentro de Jesús con Nicodemo.  Éste es un miembro del Sanedrín, que ha seguido de cerca la trayectoria de Jesús. En ciertos círculos Nicodemo pasa por ser un discípulo vergonzante de Jesús, que tiene miedo de perder su imagen y va a visitarlo, agazapado en las sombras de la oscuridad. En concreto, una revelación tan nueva y profunda de Jesús causa sorpresa y confusión en Nicodemo. Jesús aclara su revelación sirviéndose de un elemento cotidiano, sencillo y misterioso: el viento. Este era considerado entonces como una fuerza misteriosa. Existe, es un hecho real, pero escapa a nuestro control, porque no conocemos su origen, ni su destino. Eso mismo sucede con el Espíritu. Este es una realidad trascendente, que escapa al control de nuestras  evidencias humanas. Nicodemo ahora ya acepta la realidad. Ahora le preocupa el modo de la intervención del Espíritu. ¿Cómo nacer de nuevo? Jesús se presenta como él único que puede contestar a la pregunta de Nicodemo. Una revelación tan clara y contundente se apoya en un argumento de autoridad personal, ya que el Hijo, que ha tenido acceso al Padre, lo que nadie puede decir, nos va a explicar las cosas del cielo. La Cruz será el signo máximo del amor llevado hasta el extremo. Jesús es realmente nuestro Salvador; se entregó del todo por nuestra salvación. Si creemos en él tendremos la vida eterna. Avivemos nuestra fe en el Crucificado que ha resucitado; él es la fuente inagotable de vida eterna. 

 

Martes, 29 de abril de 2025. Mt 5, 13-16

MANSO Y HUMILDE CORAZÓN

 

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre,  y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien  el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Un buen día, Jesús expresa su acción de gracias al Padre, por su éxito con la gente sencilla de Galilea. Jesús va descubriendo que se abren más al Evangelio los sencillos que los sabios. La gente sencilla, con un corazón limpio, se deja interpelar por la palabra de Jesús. Los sabios y entendidos no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. A las personas sencillas, que se abren al mensaje de salvación, Jesús les hace tres llamadas. En la primera se dirige a los que están cansados y agobiados. Son los que sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. En la segunda llamada nos invita a cambiar de yugo. El de los sabios y entendidos no es ligero; en cambio el de Jesús es llevadero. Se centra en lo esencial: el amor que libera y hace vivir. En la tercera, Jesús nos pide que aprendamos de él, que es manso y humilde corazón. Se trata de vivir nuestra relación con Dios y con los demás en espíritu y en verdad. Señor Jesús, concédenos la gracia de ser sencillos, para acoger el Evangelio de nuestra salvación.

         

Miércoles, 30 de abril de 2025. Jn 3, 16-21

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO

 

El evangelio de hoy comienza con esta afirmación de Jesús: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna". Estamos ante un amor extraordinario y sumo, pues consiste en el don máximo que el Padre nos puede dar. Entrega a su Hijo único en quien tiene todas sus complacencias. Esta misma reflexión profunda se hace Pablo, pero pensando en el amor de Cristo, que se entregó por él (Gál.2,20). El Padre envía a su Hijo al mundo, para que todos tengamos la oportunidad de gozar de la vida definitiva, se creemos en el Hijo. El Padre quiere que todos los hombres se salven. El amor del Padre es tan sublime que "no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree y a está juzgado, porque no ha creído en el Hijo único de Dios". El Mesías es el salvador; el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Para alcanzar la salvación, es necesario creer con todo nuestro ser en el Hijo, enviado por el Padre. Se trata de la entrega sin reservas al Hijo. La condenación consiste en nuestra separación del Padre y de su Enviado. "El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios". Jesús es en persona la Luz verdadera que alumbra a todo hombre. Él es plenamente la Luz. La luz es incompatible con las tinieblas. En consecuencia, la causa de la condenación consiste en el hecho de haber amado más las tinieblas que la luz. Los que obran perversamente detestan la luz, ya que ésta pone de manifiesto su mal proceder. En cambio, el que vive en verdad con Dios, consigo mismo y con los demás ama la luz. No tiene miedo de que sus acciones salgan a la luz. Los discípulos de Cristo estamos llamados a caminar como hijos de la luz. Una luz que hemos recibido encendida en el sacramento del Bautismo. Es fundamental que cuando Dios nos llame junto a sí, nos encuentra con esta lámpara encendida. Amor con amor se paga. Si tanto nos amó Dios, no tiene sentido caminar en las tinieblas. Más todavía, hemos de ser en medio del mundo portadores de la luz de Cristo.    

 

         

         

 



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