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sábado, 30 de agosto de 2014

Xiskya Valladares


La ventaja, si existe alguna, de estar en el fondo del pozo, es que cualquier movimiento nos lleva hacia arriba” (Donald Trump)
Desafortunadamente, la mayoría de nosotros fuimos enseñados sobre el dolor del fracaso, pero no sabemos cómo usar lo aprendido de esos fracasos para construir los nuevos caminos con dirección a la lo que nos merecemos; aprendemos sobre las lágrimas de la amargura, pero no sobre cómo usar esas lágrimas para volvernos mejores personas, día tras día; nos dijeron de la soledad de la pérdida, sin jamás acordarse de la importancia de que, cuando estamos solos, nos detengamos a reflexionar sobre lo que debemos cambiar, para que las pérdidas no se repitan.

Tu dolor es muy real, pero es necesario comprender que el dolor necesita ser contenido, para que podamos pensar y actuar, para colocar nuestra vida en el carril nuevamente.
Por eso, cuando estés caído en el fondo del pozo, descansa un poco y mira a tu alrededor. Duerme, si es preciso. Llora, si es preciso. Lamenta, si es preciso.
PERO, DESPUÉS DE ALGÚN TIEMPO, SAL DE ALLÍ.
No verás nada; por algunos momentos, estará oscuro y te sentirás perdido. Eso es natural. Pero, vamos a buscar lo que también es natural: es natural que tú, habiendo tropezado con uno de los puntos bajos de tu vida, solamente necesites hacer un movimiento y llegarás a la salida.
No te preocupes en olvidar el dolor, pues él es parte de ti. Son las cicatrices las que te vuelven una persona más completa, más rica internamente, más viva.
Puede ser que tardes y que tengas que “resbalar” mucho, pero echar la culpa en cualquier cosa o persona –aunque sean culpables verdaderos– no va a sacarte a ti, o a tus sueños, del fondo del pozo. Solamente la acción puede generar resultados.
Busca la salida, levántate y recomienza el camino.
Que sea un día para decir BASTA... Y salir del fondo del pozo.

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