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viernes, 30 de septiembre de 2016

Sábado, 1 de octubre de 2016

Los setenta y dos discípulos volvieron muy contentos de la misión y comentaron con Jesús lo que les había sucedido. Se entabló un diálogo íntimo entre Jesús y los discípulos. En este clima tan positivo, Jesús, "lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron". Jesús,lleno de alegría en el Espíritu Santo, prorrumpe en un himno de acción de gracias al Padre. El motivo es precisamente la manifestación del misterio del Reino a los pobres y humildes, a la gente sencilla como sus discípulos. Este es el beneplácito del Padre. Por el contrario, los sabios y prudentes, en su suficiencia, no aceptan esta Palabra. El Hijo ha recibido todo del Padre. Y, el Hijo por su palabra y sus gestos revela al Padre a todos los hombres. En el fondo, la intimidad entre el Padre y el Hijo, es el punto de partida de este himno de alabanza. Termina este relato, con una bienaventuranza: '¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!'. Tal bienaventuranza nos está recordando la exclamación del anciano Simeón en el evangelio de la infancia (cfr.Lc.2,30). Se trata de un 'ver' que comprende en profundidad los acontecimientos que están ocurriendo en la tierra desde que el reino de Dios empezó a ser predicado. Hoy hacemos memoria de Santa Teresa del Niño Jesús. Esta carmelita vivió a fondo la espiritualidad de la infancia espiritual. Ojalá imitemos este camino de ser como niños que lo esperan todo del Padre.

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