
Viernes, 25 de enero de 2019
En este día celebramos la fiesta de la conversión de san Pablo. El Evangelio que proclamamos en esta fiesta dice así: "En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos". El evangélico de hoy nos presenta a Jesús resucitado enviando a sus discípulos a una misión universal. Este relato evangélico refleja la vida del apóstol Pablo después de su conversión. Realmente Pablo fue alcanzado por el Resucitado a las puertas de la ciudad de Damasco. Este hecho provocó la conversión del apóstol san Pablo. Desde entonces, el Apóstol se dedicó a proclamar incansablemente el Evangelio por distintos lugares. San Pablo gastó su vida al extender entre los gentiles el mensaje salvador del Señor Jesús. La presencia del Resucitado sigue animando nuestra vida, para que superando los miedos, anunciemos con fortaleza la Buena Nueva de nuestra salvación. Hemos de agradecer al Señor que su Evangelio llegara hasta nosotros a través de verdaderos apóstoles como san Pablo. Todos los días hemos de atrevernos a proclamar el Evangelio. En el ambiente en que nos movemos estamos llamados a proclamar la Buena Noticia de la salvación. Damos también gracias a Dios por tantos misioneros del Evangelio. Que nosotros seamos discípulos misioneros del Señor resucitado.
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