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viernes, 22 de marzo de 2019

EL PAN DE LA PALABRA: DÍA 23 DE MARZO DE 2019



Sábado, 23 de marzo de 2019

En aquel tiempo, "se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Ese acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna: El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente (...) Recapacitando entonces, se dijo: Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros. Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Su hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado...". Jesús desea mostrar con esta parábola cómo Dios es un padre increíblemente bueno. Respeta las decisiones de sus hijos. En este sentido, no se ofende cuando uno de ellos le pide su parte de la herencia.  Aparece muy destacada la bondad de un padre que perdona. En la parábola se cuida al detalle el proceso de conversión del hijo menor que le hace dirigirse hacia el padre, aunque se siente indigno de él. El padre se adelanta, y desconociendo el cambio de actitud de su hijo, se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Es cierto que el amor de Dios siempre precede a nuestra conversión. La consecuencia de esta iniciativa del padre se simboliza en el anillo, signo de autoridad y en las sandalias, calzado del hombre libre. La segunda parte de la parábola está dirigida más en concreto a los fariseos y escribas que murmuraban del comportamiento de Jesús con los publicanos y pecadores que le escuchaban. También los fariseos, como el hijo mayor de la parábola, pretendían haber cumplido todas las exigencias de la ley. La parábola es una invitación a los fariseos a que se acerquen a los pecadores y necesitados, como Jesús lo hacía, y de este manera, participen de la bondad y alegría del Padre por la conversión de los pecadores. Estamos ante una parábola, básica para conocer la bondad, el perdón de Dios y la alegría que brota de todo ello. Esto no es posible comprenderlo desde la estricta justicia de los hombres, tal como refleja la actitud del hijo mayor de la parábola. El Señor Jesús con sus obras y sus palabras se manifiesta como el rostro visible de la misericordia del Padre. Si aceptamos en la vida el mensaje de esta parábola, viviremos a fondo este tiempo de Cuaresma.

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